635. SEVILLA, capital. Custodia procesional del siglo XVII, de la parroquia de la Magdalena.
636. SEVILLA, capital. Retablo de San Joaquín, Sta. Ana y la Virgen, de Cristóbal Ramos y Fco. Antonio Gijón.
637. SEVILLA, capital. Virgen de las Fiebres, de Juan Bautista Vázquez el Viejo en 1565.
638. SEVILLA, capital. Cristo de las Fatigas, obra anónima del siglo XVII.
SEVILLA** (LXXXIV), capital de la provincia y de la comunidad: 25 de marzo de 2007.
De la puerta de Triana parte, alejándose del río, la calle San Pablo, denominada así por haber estado en ella el convento dominicano de San Pablo el Real, fundado a poco de la conquista de la ciudad, y del que, tras la desamortización, sólo quedó la iglesia. En este convento estuvo la primera sede de la Inquisición, fundada en 1480 por los Reyes Católicos.
Los nuevos inquisidores llegaron a Sevilla el primer día de 1481 y al día siguiente mismo ya empezó el tribunal a funcionar a toda máquina, mandando a la hoguera a cuanto disidente echaron el guante, como cuenta Andrés Bernáldez, cura párroco de la localidad sevillana de Los Palacios, en su Crónica de los Reyes Católicos. El convento tuvo un compás, en una de cuyas casas, la que actualmente hace esquina con la calle Bailén, se cree que nació Murillo, y en él fue consagrado obispo de Chiapas Bartolomé de las Casas, el llamado apóstol de los indios.
Algo más arriba de este convento, en la plaza que un día se llamó del Pacífico y hoy de la Magdalena, se levantaba la iglesia del mismo nombre que fue derribada por los franceses en 1810, siendo trasladada entonces la parroquia al templo del convento de San Pablo que, a partir de entonces, pasó a llamarse con este nuevo nombre de parroquia de la Magdalena*.
La edificación actual data de los primeros años del siglo XVIII, realizándose su construcción bajo proyecto de Leonardo de Figueroa. Al exterior, muestra un magnífico juego de volúmenes en el que destacan la triple espadaña de la fachada principal, la cúpula del crucero con su linterna y el colorido de los azulejos de los tejados y de las cúpulas.
El acceso habitual se hace por el lado de la epístola, en el lugar donde la calle San Pablo toma, por su anchura, aspecto de plaza. Aquí aparece una portada de medio punto enmarcada por pilastras y coronada por un frontón triangular con canecillos. Algo más arriba, en el mismo lado, hay todavía otro acceso que comunica con el brazo derecho del crucero. Sobre él figura una hornacina con una imagen de Santo Domingo de Guzmán atribuido a Pedro Roldán. Al interior, el templo conserva aún algunas huellas mudéjares de la primitiva construcción. Tiene cuatro naves, una de ellas, la exterior del lado derecho, de capillas, crucero con cúpula de tambor octogonal con linterna, presbiterio poligonal y coro alto a los pies. El espacio aparece casi enteramente decorado con yeserías, dorados, pinturas murales y esculturas, con tal riqueza que resulta deslumbrante.
A la izquierda, tras el acceso, se encuentra la capilla del Dulce Nombre de Jesús, perteneciente a la Hermandad de la Quinta Angustia. Es uno de los mejores espacios del templo, ya que él se conservan restos del anterior. Forma una pequeña nave de planta rectángular cubierta con tres bóvedas sucesivas que descansan en trompas decoradas con lacerías mudéjares. Muy bello es también el zócalo de azulejos, en el que se distingue claramente un trozo de los que tuvo la iglesia en sus orígenes. Aquí se venera el Grupo del Descendimiento, en el que la imagen del Cristo es talla que realizó Pedro Roldán en 1659, mientras que las demás son contemporáneas.
Enfrente de esta capilla, al otro lado de la puerta de acceso, está la sacramental, en cuyos muros figuran dos lienzos pintados por Zurbarán en 1622. El retablo del altar mayor se atribuye a Pedro Duque Cornejo, quien debió realizarlo en los primeros años del siglo XVIII. Es una máquina barroca de gran envergadura, en cuyo camarín se sitúa la imagen de la Magdalena que en 1704 talló Felipe Malo de Molina.
Las esculturas de los evangelistas y de los padres de la Iglesia que aparecen en el presbiterio, en los brazos del crucero y en el tambor de la cúpula fueron realizadas en el taller de Pedro Roldán, siendo directamente de éste último los relieves de las pechinas con escenas del Antiguo Testamento.
Por lo que se refiere a las pinturas, son de Lucas Valdés las de la cúpula, los misterios del Rosario de las naves laterales, los dos primeros apóstoles de los pilares, el Auto de Fe, la Entrada de Fernando III en Sevilla y La Batalla de Lepanto que aparecen en los brazos del crucero, así como los dos lienzos que se ven a un lado y a otro del presbiterio, uno con la Ofrenda de los Panes por Melquisedec y el otro David ante el Arca de la Alianza.
El Cristo del Gonfalón, al comienzo de la nave, es otra las grandes imágenes que este templo guarda. Es obra de 1536, probablemente de Nicolás de León. En el lado derecho del crucero está el formidable Cristo del Calvario, Crucificado tallado por Francisco de Ocampo en 1612 y que junto con la Virgen de la Presentación, tallada por Juan de Astorga a finales del siglo XIX, hacen estación de penitencia en la Madrugá del Jueves al Viernes Santo.
En el brazo izquierdo del crucero hay tres imágenes de la Virgen de gran calidad, cada una en sus respectivos altares. La del Amparo es del siglo XVI, probablemente de Roque Balduque; la de las Fiebres, de Juan Bautista Vázquez, que debió tallarla hacia 1565; y la de la Antigua, la mejor de las tres, de Pedro Roldán y fechada en 1650.
Enlace a la Entrada anterior de Sevilla**:
315. SEVILLA** (LXXXIII), capital: 25 de marzo de 2007.
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