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La continuación de Burguillos Viajero

jueves, 15 de abril de 2010

61. SEGOVIA** (II), capital: 23 de julio de 2005.

16. SEGOVIA, Capital. Plaza Mayor y Ayuntamiento.

17. SEGOVIA, Capital. Ábside de la Catedral.

18. SEGOVIA, Capital. Cristo yacente de Gregorio Fernández, de la Catedral.

19. SEGOVIA, Capital. Claustro de la Catedral.

20. SEGOVIA, Capital. Capilla Mayor de la Catedral.

21. SEGOVIA, Capital. Bóveda de la girola de la catedral.

22. SEGOVIA, Capital. Fachada principal y Torre de la Catedral.

23. SEGOVIA, Capital. Palacio de los Marqueses del Arco.

24. SEGOVIA, Capital. Ábside y Torre de la Iglesia de San Andrés.

25. SEGOVIA, Capital. Alcázar.

26. SEGOVIA, Capital. Iglesia de San Esteban.

27. SEGOVIA, Capital. Monasterio del Parral.

28. SEGOVIA, Capital. Iglesia de la Veracruz.

29. SEGOVIA, Capital. Otra perspectiva de la Iglesia de la Veracruz.

SEGOVIA** (II), capital de la provincia: 23 de julio de 2005.
   La Plaza Mayor, céntrico espacio porticado, está presidida por el sobrio edificio del Ayuntamiento, obra del siglo XVII.
   A la plaza asoma el ábside de la Catedral**, uno de los últimos grandes templos góticos construidos en la Península, entre 1525 y 1577, después de que un incendio redujera a cenizas la anterior obra románica, situada frente al Alcázar, durante el conflicto comunero. Se la conoce como la "dama de las catedrales" y fue trazada originalmente por Juan Gil de Hontañón, aunque no se consagró hasta mediados del siglo XVIII. Sobre la austera fachada sobresale a gran altura (90 m.) la poderosa torre*, mientras que la zona de la cabecera, dispuesta en planos decrecientes, se corona con airosos pináculos.
   La herreriana puerta de San Frutos, en el lado norte, da acceso al interior, armónico y de grandes proporciones. Consta de tres naves, crucero, ábside con girola y cubierta de bóvedas de crucería que apoyan sobre esbeltos pilares de diversos estilos. En la parte alta se abren ventanales con vidrieras bajo los que corre una larga galería. Una veintena de capillas, cerradas por buenas rejas y provistas de valiosos retablos, se disponen en las naves laterales y alrededor de la girola. Destaca entre ellas la primera capilla situada a la derecha de la puerta de acceso tanto por el retablo de La Piedad*, obra de movido barroquismo de Juan de Juni (1571), como por el tríptico flamenco del Descendimiento*, de Ambrosio Benson (siglo XVI). Un también magnífico Cristo yacente, de Gregorio Fernández, que es sacado en procesión la noche del Viernes Santo, se encuentra en la capilla del Sepulcro de Cristo, casi a los pies de la nave opuesta.
   En el centro de la nave principal, el coro tiene sitiales gótico-flamígeros (siglo XV) y cuenta con dos órganos barrocos. Sumamente llamativa es la bóveda estrellada* que cierra la Capilla Mayor, en la que, sobre un lujoso y discordante altar del siglo XVIII, debido a Sabatini, se venera a la Virgen de la Paz*, hermosa estatua del siglo XIV vestida de plata.
   A la derecha de la girola se abre la capilla del Santísimo Sacramento, rica y espaciosa estancia que alberga, entre azulejos cerámicos de Daniel Zuloaga, el Cristo de la Agonía, de Manuel Pereira (siglo XVII). En la capilla del Cristo del Consuelo, al otro lado de la puerta de San Geroteo, se alza una magnífica portada procedente de la antigua catedral. Por ella se accede al claustro, construcción gótica de finales del siglo XV, también perteneciente al templo anterior y trasladado aquí en 1558. Son muy hermosos sus ventanales con tracerías caladas. Finalmente, la capilla situada a los pies de la torre y la antigua sala capitular, esta última con un magnífico techo de madera tallada (siglo XVII), albergan el Museo de la Catedral, donde pueden admirarse objetos de rica orfebrería, vestiduras litúrgicas, esculturas, pinturas y varias colecciones de tapices. Valiosos manuscritos e incunables, entre ellos el Sinodal de Aguilafuente (1472), una de las primicias de la imprenta en España, se guardan en el Archivo.
   La calle del Marqués del Arco, que flanquea la Catedral y reune diversas tiendas de artesanía, conduce en dirección al Alcázar. En ella, se encuentra el palacio de los Marqueses del Arco, mansión renacentista (siglo XVI) provista de un notable patio plateresco, y ya cercana al Alcázar se levanta la iglesia de San Andrés, románica del siglo XII. Muestra al exterior un interesante ábside y una torre de ladrillo coronada por un chapitel de pizarra.
   Al final, precedido de jardines y sobre el espolón que circundan los ríos Eresma y Clamores, se eleva como quilla de barco el Alcázar**, "un castillo de verdad, el más parecido del mundo a un castillo de mentira soñado por un niño", según expresión de Dionisio Ridruejo que algunas fantasías de Walt Disney han demostrado atinada. Su origen, aparte de los precedentes de época romana e incluso anteriores, se remonta a los tiempos inmediatos a la repoblación de la ciudad (siglo XII).
   La iglesia de San Esteban* se levanta en la plaza del mismo nombre, siendo un templo románico (siglo XIII) de rosada piedra caliza, del que destaca sobremanera la alta torre**, de seis pisos con ventanales de bellas arquerías, más delicadas en los tramos más altos. El característico pórtico sobre columnas pareadas y con capiteles finamente esculpidos, aunque mal conservados, rodea el edificio por dos de sus lados. El interior, rehecho con formas barrocas, alberga esculturas tardorrománicas.
   Al otro lado del Eresma se alza el monasterio del Parral*, fundado a mediados del siglo XV y formado por un conjunto de edificios góticos y renacentistas que acogen una comunidad de monjes jerónimos. No queda lejos, junto a la carretera de Zamarramala, la singular iglesia de la Vera Cruz**. Se trata de un templo de origen templario (siglo XIII), de exterior poligonal, de 12 lados, saliente torre cuadrada y sencillas portadas.

Enlace a la Entrada anterior de Segovia**:
60. SEGOVIA** (I), capital: 23 de julio de 2005.

miércoles, 7 de abril de 2010

60. SEGOVIA** (I), capital: 23 de julio de 2005.

1. SEGOVIA, Capital. Vista general de la Iglesia de San Millán.

2. SEGOVIA, Capital. Ábside de la Iglesia de San Millán.

3. SEGOVIA, Capital. Iglesia de San Clemente.

4. SEGOVIA, Capital. Torre de la Iglesia de San Justo.

5. SEGOVIA, Capital. Avda. Fernández Ladreda con el Acueducto al fondo.

6. SEGOVIA, Capital. El Acueducto.

7. SEGOVIA, Capital. La Casa de los Picos.

8. SEGOVIA, Capital. Palacio del Conde Alpuente.

9. SEGOVIA, Capital. Plaza de San Martín.

10. SEGOVIA, Capital. Vista general de la Iglesia de San Martín.

11. SEGOVIA, Capital. Ábside de la Iglesia de San Martín.

12. SEGOVIA, Capital. Galería porticada de la Iglesia de San Martín.

13. SEGOVIA, Capital. Los profetas de la portada principal de la Iglesia de San Martín.

14. SEGOVIA, Capital. Interior de una de las galerías porticadas de la Iglesia de San Martín.

15. SEGOVIA, Capital. Cristo Muerto de Gregorio Fernández, en la Capilla Herrera de la Iglesia de San Martín.

SEGOVIA** (I), capital de la provincia: 23 de julio de 2005.
   A esta ciudad, fundada sobre la alta peña que abrazan el Eresma y el Clamores, el tópico la describe como un navío de piedra en medio del mar de Castilla. En esa imagen, de fastidiosa reiteración, pero también de decantada exactitud, la alargada silueta del Alcázar sería la proa, la Catedral haría las funciones de palo mayor y puente de mando entre la arboladura de las torres, y el herido Acueducto, al que generalmente se le asigna el papel de fuerte amarra, bien podría tomarse, pese a que no está para muchas singladuras, por aparejo idóneo donde montar un velamen impulsor. Bajo un cielo de pintores y envuelta en limpia luz que, hacia el ocaso, se diría que le nace a las piedras desde dentro, esa tríada monumental se acompaña de otros muchos alicientes, no sólo artísticos ni exclusivamente gastronómicos, con ser unos y otros tan notables. He aquí, en fin, una ciudad histórica y alegre, artística y habitable, pétrea y frondosa, probablemente la más sensual de todas las capitales de la austera Castilla.
   Por la bulliciosa avenida de Fernández Ladreda se llega a la iglesia de San Clemente, elevada sobre el nivel de la calle y provista de un magnífico ábside, galería tardorrománica y notables pinturas murales en su interior. Un poco más adelante, en lo que fuera antiguo barrio de la morería y arrabal de curtidores, mucho mayor interés posee la iglesia de San Millán**, auténtica joya románica de la ciudad (siglo XII) cuyo aislamiento permite una completa observación. En su exterior, a modo de pequeña catedral, destacan la elegante cabecera, formada por cuatro ábsides, la torre mozárabe, un tanto disonante en su remate superior, y los atrios porticados, así como la obra escultórica que decora las portadas y los aleros. El interior, de tres naves sobre amplios pilares y cúpula de gusto oriental, es muy armonioso y conserva, especialmente en la cabecera y el crucero, toda la pureza románica. En él pueden verse hermosos capiteles, restos de pinturas murales del siglo XIII y buenas esculturas, junto a otros elementos modernos (vidrieras).
   Finalmente, al otro lado de la plaza del Azoguejo, dando nombre a dos plazas contiguas, se alza la iglesia de San Justo, de la que lo más destacado son las valiosas pinturas murales* tardorrománicas (siglo XIII) que se ocultaban bajo los encalados y el retablo barroco.
   El Acueducto**, una de las más impresionantes obras de ingeniería romana, probablemente fue construido a finales del siglo I d.C., en la época de Domiciano o Trajano, para llevar el agua desde la sierra a un posible campamento situado donde hoy se alza el Alcázar. El tramo más relevante de los 15 km. de extensión que posee su trazado es el puente de 728 m. de longitud y 163 arcos formados por piezas de granito berroqueño superpuestas, sin ningún tipo de ligazón, sostenidas sólo mediante un sabio equilibrio de fuerzas. Tras un profundo giro y ya con el airoso vuelo de su doble arquería, la "madeja de piedra" salva la profunda vaguada de la plaza del Azoguejo, a 29 m. de altura máxima.
   El llamado "puente del diablo", imagen ya casi intemporal de la ciudad, ha sufrido sin embargo tal deterioro en los últimos años que incluso se ha llegado a temer seriamente por su supervivencia. Diversas medidas llevadas a cabo en los últimos años tratan de salvar para la posteridad este emblema segoviano ferozmente atacado por la contaminación del tráfico rodado y otras causas de erosión, sin excluir los atentados directos, tales como choques contra sus muros, raspaduras y pintadas. Las tareas de restauración, durante las cuales se han dejado al descubierto tramos de la cacera o canalización subterránea, son lentas y sumamente complicadas y, mientras se realizaban, el símbolo máximo de Segovia ha añadido a su archivo iconográfico un aspecto inédito, rodeado de andamios y envuelto en plásticos. Ojalá sea sólo una anécdota más entre las muchas que jalonan su larga historia.
   En la calle Real, sale al paso la casa de los Picos, mansión renacentista (siglo XV) que recibe ese nombre por los adornos en punta de diamante que configuran su fachada. Poco después, al fondo de una placita que desciende a la izquierda se alza el palacio del Conde Alpuente, construcción mudéjar del siglo XV, precedida de una torre de gusto italiano y adornada con hermosos ventanales de tracerías caladas y los característicos esgrafiados segoviano, obtenidos mediante la aplicación de plantillas sobre el revoco aún húmedo de los muros. El interior acoge dependencias del gobierno autonómico y posee un armonioso patio.
   En la plaza de Medina del Campo, de San Martín o de Juan Bravo como se la conoce indistintamente, la primacía artística corresponde a la iglesia de San Martín**, ejemplo característico del románico segoviano que eleva su cuadrada torre mudéjar coronada por un chapitel barroco. Fue construida en el siglo XII sobre un templo mozárabe del siglo X y tres de sus lados están rodeados por galerías porticadas sobre columnas pareadas con capiteles esculpidos, elemento distintivo de las construcciones románicas en la provincia de Segovia. La portada principal se adorna con cuatro grandes estatuas de profetas a modo de cariátides, mientras que en la zona de la cabecera, de triple ábside, destaca el relieve de San Martín incrustado en el reformado cuerpo central. El interior, de tres naves, fue transformado en el siglo XVII, y en él son especialmente notables la capilla gótico-flamígera (siglo XV) construida para enterramiento de la familia Herrera y una escultura de Cristo Muerto, atribuida a Gregorio Fernández (siglo XVII).

martes, 6 de abril de 2010

59. ARÉVALO* (I), Ávila: 23 de julio de 2005.

1. ARÉVALO, Ávila. Castillo.

2. ARÉVALO, Ávila. Patio del Castillo.

3. ARÉVALO, Ávila. Iglesia de San Juan Bautista o de los Reyes.

4. ARÉVALO, Ávila. Arco de Alcocer o de la Cárcel.

5. ARÉVALO, Ávila. Plaza del Real.

6. ARÉVALO, Ávila. Iglesia de Santo Domingo de Silos.

7. ARÉVALO, Ávila. Iglesia de Santa María la Mayor del Castillo.

8. ARÉVALO, Ávila. Plaza de la Villa.

9. ARÉVALO, Ávila. Fuente de los cuatro años e Iglesia de San Martín.

10. ARÉVALO, Ávila. Torre de la Iglesia de San Martín.

11. ARÉVALO, Ávila. Iglesia de San Martín.

12. ARÉVALO, Avila. Galería románica porticada de la Iglesia de San Martín.

13. ARÉVALO, Ávila. Casa de los Sexmos.

14. ARÉVALO, Ávila. Plaza de la Villa con la Iglesia de Santa María la Mayor del Castillo.

ARÉVALO* (I), provincia de Ávila: 23 de julio de 2005.
   La capital de la comarca de La Moraña -una tierra que, en expresión de Cela, "cría el cereal, tolera la vid y maldice el árbol"- se asienta junto a un cerro al pie de la confluencia del Adaja y el Arevalillo. Famosa hoy más que nada por el reclamo gastronómico de sus tostones asados, es uno de los núcleos fundamentales de la arquitectura románico-mudéjar castellana y está declarada conjunto histórico-artístico.
   Con acceso por sendos puentes bien dibujados sobre los dos ríos -es especialmente airosa la quíntuple arquería mudéjar del que salva el cauce del Arevalillo- y al pie del castillo* (siglos XIV-XV), cuya reforma neogótica aún permite adivinar en la gran torre del homenaje semicircular lo que esencialmente fue una obra de albañilería morisca, el núcleo urbano de Arévalo es una sucesión de plazas castellanas, dotadas de gran personalidad y presididas por templos mudéjares. La mayoría de éstos fue construida siguiendo inicialmente las pautas del románico de transición, con las peculiaridades derivadas del arte morisco, basado en el empleo del ladrillo, y con importantes reformas posteriores. En la plaza del Arrabal, que cumple funciones de Plaza Mayor, está la iglesia de Santo Domingo de Silos (siglo XVI), con un ábside enladrillado compuesto por arquerías ciegas, portadas clasicistas y torre barroca con linterna octogonal. En el interior con destacables la reja plateresca que cierra el presbiterio y una escultura de San Francisco atribuida a Gregorio Fernández.
   En una plazoleta próxima se encuentra la iglesia del Salvador, en la que la obra de ladrillo adquiere una impronta clasicista debido a las reformas realizadas a finales del siglo XVI. Una de sus capillas, la de los Ávila-Monroy, se adorna con un retablo del taller de Juan de Juni (siglo XVI).
   Un importante resto de la muralla, el arco de Alcocer o de la Cárcel, que se abre entre dos cubos y una alta galería, da paso a la plaza del Real, porticada en torno a un templete central y rodeada por bellas casas nobles, entre las que destaca el edificio consistorial rehecho con elementos procedentes de otras construcciones.
   Hacia un extremo de la plaza sobresale la torre de la iglesia de San Juan Bautista o de los Reyes, que fue capilla de un antiguo palacio. Aún conserva restos mudéjares en la cabecera, aunque la obra actual corresponde a los siglos XV-XVI y su interior fue reformado en el siglo XVIII.
   No queda lejos la llamada plaza de la Villa, también con amplios soportales sobre columnas de madera o piedra, vistosos entramados en los muros de las casas y un pintoresco rincón presidido por la gótica fuente de los cuatro caños. A esta plaza asoman dos templos mudéjares, aunque uno de ellos, la iglesia de Santa María la Mayor del Castillo, se arruinó parcialmente en 1980. El otro, la iglesia de San Martín* (siglos XIII-XIV), destaca por su cabecera de triple ábside, la galería románica porticada con capiteles esculpidos (se abre en el lado opuesto a la plaza) y sus dos torres cuadradas de desigual altura. La más baja es la denominada de los Ajedreces, por el dibujo que forma el ladrillo, en tanto que su compañera muestra un perfil de gran esbeltez. El callejeo por esta plaza y sus alrededores ofrece rincones de gran sabor popular. Y no faltan, aunque soportando mal el paso del tiempo, antiguos palacios y casonas con blasones en las fachadas, entre ellos la Casa de los Sexmos, antigua sede de la organización comunal de la comarca. Su sala de juntas exhibe un hermoso artesonado, restaurado recientemente.
   Por último próxima a los restos de la muralla medieval, frente al Arevalillo, se alza la iglesia de San Miguel, cuya estructura también mudéjar, aunque reformada en el siglo XVI, exhibe un ábside cuadrado, una hermosa portada lateral y una torre truncada. En su interior hay un valioso retablo*, restaurado, que incluye pinturas sobre tabla de influencia hispano-flamenca (principios del siglo XVI).

lunes, 5 de abril de 2010

58. MEDINA DEL CAMPO* (I), Valladolid: 23 de julio de 2005.

1. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Vista general del Castillo de la Mota.

2. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Tronera del Castillo de la Mota.

3. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Portada de la Capilla del Castillo de la Mota.

4. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Patio y Torre del Homenaje del Castillo de la Mota.

5. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Portada de la Iglesia de San Miguel.

6. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Plaza Mayor con el Ayuntamiento y Palacio Real al fondo.

7. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Balcón plateresco de la Colegiata de San Antolín.

8. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Portada de la Colegiata de San Antolín.

9. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Retablo mayor de la Colegiata de San Antolín.

10. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Bóvedas de la Colegiata de San Antolín.

11. MEDINA DEL CAMPO, Valladolid. Interior de la Colegiata de San Antolín.

MEDINA DEL CAMPO* (I), provincia de Valladolid: 23 de julio de 2005.
   A la sombra del Castillo de la Mota, la segunda ciudad vallisoletana en importancia económica es también una de las más monumentales de la provincia.
   La Plaza Mayor*, es el eje sobre el que ha girado siempre la vida comercial y urbana de Medina del Campo. Hacia su amplio espacio rectangular, provisto de soportales sobre los que se funden edificios de épocas muy distintas, asoman extraordinarias muestras de la historia ciudadana. En ella está la colegiata de San Antolín*, desde cuyo balcón plateresco solía decirse misa los días de mercado. De estilo gótico tardío, se erigió sobre un templo anterior por iniciativa de Juan Ruiz de Medina, obispo de Segovia, al comenzar el siglo XVI, y las obras finalizaron en 1635. En su interior, dispuesto a modo de grandioso salón con tres naves cubiertas por bóvedas estrelladas, destaca el retablo mayor (siglo XVII), de estilo plateresco. Las diferentes capillas* albergan obras de gran valor, especialment en la de la Concepción, donde se encuentra La Piedad, altorrelieve de Juan de Juni. Compartiendo la plaza con la Colegiata, el Ayuntamiento, es un interesante edificio barroco (siglo XVII), bien restaurado, con hermosas balconadas corridas y un elegante patio interior. Junto a él, un pequeño edificio corresponde al antiguo Palacio Real, conocido como el "Testamentario", ya que fue aquí donde Isabel la Católica dictó su última voluntad en 1504. Fue reformado en el siglo XVII y tiene ante sí el monumento que la ciudad dedicó a la reina.
   Ya al otro lado del río se alza la iglesia de San Miguel, del siglo XVI, sencilla obra de ladrillo con portada clasicista.
   Y, naturalmente, especial atención merece el emblemático castillo de la Mota*, imponente fortaleza gótico-mudéjar cuya construcción se finalizó, tras numerosas variaciones, en el siglo XV con los Reyes Católicos. Fue restaurado hacia el año 1940. Tras el foso y la primera muralla defensiva, flanqueada por torreones cilíndricos, se eleva a gran altura el recinto principal con la hermosa torre del homenaje. Entre las estancias de su interior, además del patio de armas, destacan la capilla y el tocador de la Reina. El edificio está regentado por la Junta de Castilla y León, que suele dedicarlo a actividades culturales.