2. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Castillo desde el exterior del recinto amurallado.
3. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Puerta de la Colada desde el interior.
4. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Castillo.
5. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Puente Romano.
6. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Verraco de la Plaza del Castillo.
7. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Casa de la Cadena.
8. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Antiguas Audiencia y Cárcel en la Plaza Mayor.
9. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Casa de los Cueto.
10. CIUDAD RODRIGO, Salamanca. Ayuntamiento.
CIUDAD RODRIGO** (I), provincia de Salamanca: 30 de junio de 2006.
En el interior de su recinto por completo amurallado, la ciudad que refundara el conde Rodrigo González posee un amplísimo conjunto monumental de extraordinario interés, acaso insuficientemente valorado. Gozan de gran fama los Carnavales del Toro, únicos en su género.
Pocas ciudades españolas de sus mismas dimensiones pueden ofrecer al visitante un paisaje urbano con tanta variedad y riqueza artística como Ciudad Rodrigo. Es cierto que acaso falte ese monumento u obra cimera que con su sola presencia es capaz de crear a su alrededor un foco de interés tan poderoso que incluso acaba transfigurando la mediocridad circundante. En contrapartida, la sensación que aquí acaba imponiéndose es la de que esta ciudad, concretamente su casco antiguo, forma un retablo de infinitas y preciosas piezas finamente engarzadas en la maravilla del conjunto. Un lugar para detenerse.
La muralla, el castillo y la Plaza Mayor
La muralla, el castillo y la Plaza Mayor
La primera y monumental sorpresa de una ciudad que guarda muchas es, sin duda, el extenso recinto amurallado* alzado alrededor de todo el casco antiguo y que, con los fosos, parapetos, falsabragas y demás fortificaciones que le preceden, confiere a Ciudad Rodrigo una imagen inconfundible. La muralla de forma elíptica y más de 2 km de longitud, conserva algún tramo de época romana, aunque en su mayoría es una obra medieval (siglo XII) del alarife gallego Juan Cabrera. Inicialmente construida a base de guijarros y argamasa, fue modificada y reforzada en sucesivas ocasiones, sobre todo bajo el reinado de Felipe V, época en la que se realizaron los sistemas defensivos exteriores y se rebajó la altura del conjunto. Hoy su parte superior se ha convertido en un agradable paseo, bien acondicionado en algunos de sus tramos y con excelentes miradores.
Siete puertas, construidas y restauradas en diferente épocas, constituyen otros tantos sugerentes pasadizos hacia el interior del recinto urbano. Por la de la Colada, situada al oeste, se accede al promontorio sobre el que se eleva el castillo*, mandado construir por Enrique II de Trastámara (siglo XIV). Con su perfil almenado y la cuadrada torre del homenaje, está perfectamente restaurado y funciona como parador turístico. A sus pies, el puente romano, también reconstruido varias veces a lo largo de los siglos, tiende sus arcos sobre el curso del Águeda completando una singular perspectiva exterior de la ciudad. En la misma plaza del Castillo, un tosco verraco de piedra, de unos 2.500 años de antigüedad, atestigua un remoto poblamiento celtíbero.
Por la calle de la Colada, tras pasar ante la fachada, con una hermosa ventana haciendo esquina, de la casa de la Cadena (siglo XVI), se llega a la Plaza Mayor, que tiene en su acusada irregularidad uno de sus principales atractivos. Espacio público por excelencia, entre los edificios que la forman destacan, en la parte baja (número 16), la antigua audiencia y cárcel, obra del siglo XVIII, y, en la esquina con la calle de Madrid, la llamada casa de los Cueto* (siglo XVI), de fachada finamente ornamentada. Al fondo, en ángulo, el Ayuntamiento* es un palacete renacentista del siglo XVI, con pórtico y galería de arcos carpaneles entre esbeltos torreones blasonados y decoración plateresca. Fue reconstruido por Joaquín de Vargas en 1923, fecha en la que también se le añadió el ala lateral, en lograda imitación estilística.
No hay comentarios:
Publicar un comentario