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sábado, 20 de febrero de 2010

31. GUADALAJARA* (I), capital: 19 de julio de 2005.

1. GUADALAJARA, capital. Fachada de la Iglesia de San Nicolás el Real.

2. GUADALAJARA, capital. Patio de los Leones del Palacio del Infantado.

3. GUADALAJARA, capital. Detalle de los arcos mixtilíneos del Patio de los Leones del Palacio del Infantado.

4. GUADALAJARA, capital. Portada del Palacio del Infantado.

5. GUADALAJARA, capital. Fachada del Palacio del Infantado.

6. GUADALAJARA, capital. Galería exterior del Palacio del Infantado.

7. GUADALAJARA, capital. Vista de la Fachada del Palacio del Infantado.

8. GUADALAJARA, capital. Patio del Palacio de Antonio Mendoza.

9. GUADALAJARA, capital. Detalle del Patio del Palacio de Antonio Mendoza.

10. GUADALAJARA, capital. Fachada de la Concatedral de Santa María la Mayor.

GUADALAJARA* (I), capital de la provincia: 19 de Julio de 2005.
   Por su cercanía a Madrid, a la que ha servido de descongestión urbana, Guadalajara se ha reedificado con numerosas urbanizaciones, dando la impresión de una ciudad recién hecha y, sin embargo, tiene una larga e intensa historia de la que han quedado algunos monumentos señeros para dar fe de lo que fue.
   Por la calle Mayor se llega a la Iglesia de San Nicolás el Real, de estilo barroco jesuítico, con un buen retablo y el sepulcro en alabastro de don Rodrigo Campuzano, cuya imagen escultórica guarda cierto parentesco artístico con el Doncel de Sigüenza.
   Al final de la calle Miguel Fluiters, que parte del lado norte de la Plaza Mayor, está el Palacio del Infantado, declarado monumento en 1914. Es el edificio emblemático de Guadalajara y, además, alberga el Museo Provincial, el Archivo Histórico Provincial, la Casa de la Cultura y la Biblioteca Pública. Se construyó a finales del siglo XV, cuando el gótico se hace flamígero y parece que no hay dudas de que fuera su arquitecto Juan Guas, auxiliado por Enrique Egas en la decoración y la colaboración de Lorenzo Trillo. Hay quien asegura que esto es un error histórico y que la obra es de Lorenzo Vázquez. Podría ser lógico, ya que Vázquez es el arquitecto "de cabecera" de la familia Mendoza, autor en Guadalajara del palacio Mendoza, convertido en Instituto de Enseñanza Media, y del palacio de Cogolludo. Sin embargo, las obras de Vázquez son más italianizantes que el estilo general y decorativo de este palacio del Infantado, en el que la inspiración mudéjar apunta a Juan Guas. Fue don Íñigo López de Mendoza, segundo duque del Infantado, quien mandó hacer la obra; el quinto duque la reformó a finales del siglo XVI, añadiendo altura al patio y cambiando las ventanas por balcones, con lo que el renacimiento vino a armonizar con el gótico isabelino del amante del mudéjar Juan Guas. La reforma del siglo XVI incluyó también las pinturas de los techos de los salones bajos, pero éstas y los artesonados y casi todo el palacio se deterioraron bastante durante la guerra civil.
   La fachada es de piedra tallada en puntas de diamante, coronada por la galería de dobles arcos rebajados que el quinto duque cegó y la restauración volvió a abrir. La portada es gótica, rematada por el escudo de los Mendoza, sostenido por dos gigantes barbudos. En el interior se distribuyen las estancias alrededor del Patio de los Leones, de doble galería gótica en los órdenes dórico y corintio con arcos mixtilíneos. En el palacio de alojó Francisco I, rey de Francia, cuando era llevado prisionero tras la batalla de Pavía. Se dice que el duque lo acogió con tal lujo y comodidad que el emperador le llamó al orden porque "así nos se trataba a un prisionero". En uno de los salones del palacio se casó Felipe II con Isabel de Farnesio.
   Contiguo a la Iglesia de la Piedad se alza el antiguo Palacio de Antonio Mendoza, hijo menor del primer duque del Infantado. Fue posteriormente utilizado como convento, más tarde como colegio de doncellas nobles y finalmente como instituto de enseñanza media. El edificio se debe a Lorenzo Vázquez (principios del siglo XVI) y posee un bello patio plateresco y una escalera principal con artesonado renacentista.
   Al oeste del casco histórico se encuentra la Concatedral de Santa María la Mayor, construida sobre una antigua mezquita mudéjar, de la que se conserva dos portadas y el minarete transformado en torre. El pórtico es del siglo XVI y el resto del XVII, época en la que el templo fue profundamente rehecho. En su interior, de tres naves, destaca el retablo de Francisco Mir, de estilo clasicista.

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