2. LUCENA, Córdoba. Nave Central de la Parroquia de San Mateo.
3. LUCENA, Córdoba. Retablo Mayor de la Parroquia de San Mateo.
4. LUCENA, Córdoba. Jesús Nazareno de la Parroquia de San Mateo.
5. LUCENA, Córdoba. Entrada a la Capilla del Sagrario de la Parroquia de San Mateo.
6. LUCENA, Córdoba. Interior de la Parroquia de San Mateo.
LUCENA (I), provincia de Córdoba: 27 de Febrero de 2005.
Industriosa ciudad de la campiña cordobesa cuyo trazado se localiza en un estratégico cruce de caminos, en el valle que forman los cerros Hacho, Mataosos y San Cristóbal.
El trazado urbano de la ciudad se va desarrollando alrededor de la Plaza Nueva, centro geográfico, administrativo, comercial y vital de la población. Aquí se encuentra el Ayuntamiento, en un edificio moderno escasamente afortunado. Y aquí se encuentra también la joya más preciosa con que Lucena cuenta: la iglesia de San Mateo*, no en vano denominada Catedral de la Campiña. Su construcción se inició en 1498 por Hernán Ruiz I, en el solar de lo que había sido primero sinagoga y luego mezquita. Es mitad gótica, mitad renacentista. Y en ella destaca la crucería de la cabecera y, sobre todo, el retablo del altar mayor*, uno de los más valiosos del renacimiento andaluz. Se compone de una serie de tallas en relieve y bulto redondo que cuentan la vida de Cristo desde la Anunciación a la Resurrección, todas ellas enmarcadas en un conjunto arquitectónico sumamente fiel a los cánones establecidos por Palladio. En el siglo XVIII, se construyó en la nave de la Epístola la singular capilla del Sagrario*, ejemplo de un barroco exuberante que sólo encuentra parangón en la sacristía de la cartuja de Granada.
Industriosa ciudad de la campiña cordobesa cuyo trazado se localiza en un estratégico cruce de caminos, en el valle que forman los cerros Hacho, Mataosos y San Cristóbal.
El trazado urbano de la ciudad se va desarrollando alrededor de la Plaza Nueva, centro geográfico, administrativo, comercial y vital de la población. Aquí se encuentra el Ayuntamiento, en un edificio moderno escasamente afortunado. Y aquí se encuentra también la joya más preciosa con que Lucena cuenta: la iglesia de San Mateo*, no en vano denominada Catedral de la Campiña. Su construcción se inició en 1498 por Hernán Ruiz I, en el solar de lo que había sido primero sinagoga y luego mezquita. Es mitad gótica, mitad renacentista. Y en ella destaca la crucería de la cabecera y, sobre todo, el retablo del altar mayor*, uno de los más valiosos del renacimiento andaluz. Se compone de una serie de tallas en relieve y bulto redondo que cuentan la vida de Cristo desde la Anunciación a la Resurrección, todas ellas enmarcadas en un conjunto arquitectónico sumamente fiel a los cánones establecidos por Palladio. En el siglo XVIII, se construyó en la nave de la Epístola la singular capilla del Sagrario*, ejemplo de un barroco exuberante que sólo encuentra parangón en la sacristía de la cartuja de Granada.
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