27. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Una de las pandas del claustro de la Catedral.
28. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Las torres de la fachada principal de la Catedral desde el claustro.
29. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Retablo gótico de una de las capillas de la Catedral.
30. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Coro Pétreo reconstruido de la Catedral.
31. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Tímpano del Pórtico de la Gloria de la Catedral.
32. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Escultura de Santiago el Mayor en el parteluz del Pórtico de la Gloria de la Catedral.
33. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Pilar del Pórtico de la Gloria de la Catedral.
34. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Otro de los pilares del Pórtico de la Gloria de la Catedral.
35. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Interior de las naves de la Catedral.
36. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Mausoleo con los restos de Santiago, en la Catedral.
37. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Retablo de una de las capillas de la Catedral.
38. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Otro retablo de las capillas laterales de la Catedral.
39. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Girola de la Catedral.
40. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Cimborrio sobre el crucero de la Catedral.
41. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Retablo Mayor de la Catedral.
42. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Nave del crucero de la Catedral.
43. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Otra vista de la nave sobre el crucero de la Catedral.
44. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Portada de acceso a una dependencia de la Catedral.
45. SANTIAGO DE COMPOSTELA, La Coruña. Vista de las naves del crucero de la Catedral.
SANTIAGO DE COMPOSTELA** (II), provincia de La Coruña y capital de la comunidad: 15 de septiembre de 2007.
La Catedral**.
De 1075 a 1211 se desarrolló la construcción del templo románico de mayor envergadura en la Península. Bernardo el Viejo, Roberto, Esteban, Bernardo el Joven y, en una fase posterior, Mateo, dirigieron sucesivamente la obra. El modelo escogido fue el de las basílicas de peregrinación: planta de cruz latina con tres naves que se prolongan en el crucero, girola con capillas absidiales y triforio. La nave central aparece cubierta con una bóveda de cañón, y las laterales, con bóvedas de arista. Recomendamos el acceso por la doble escalinata del Obradoiro (principios del siglo XVIII) para, al traspasar las puertas, toparnos de golpe con el famoso Pórtico de la Gloria**, prodigio escultórico legado a la posteridad por el Maestro Mateo y su taller. Oculto al exterior y en parte mutilado por la obra barroca, su estilo se adentra en un acentuado naturalismo, considerado por unos cumbre del románico y por otros preludio del gótico.
Fue iniciado tras la visita de Fernando II (1168) y, según reza una inscripción, el gran tímpano se colocó en 1188. La visión apocalíptica de San Juan se extiende por los tres arcos. Desde las bóvedas, ángeles trompeteros convocan al Juicio.
En el tímpano se plasma la Gloria: preside el Salvador, rodeado por el Tetramorfos y otros ángeles con instrumentos de la Pasión; al fondo la multitud de los justos escucha con deleite el concierto medieval interpretado por los 24 ancianos desde la arquivolta.
En el parteluz que lo sostiene, una columna marmórea hilvana la genealogía humana de Cristo y el capitel su naturaleza divina. Encima, la bellísima imagen de Santiago el Mayor da la bienvenida a sus romeros como maestro y prelado con báculo en tau.
Conversan los Profetas en el pilar izquierdo y los Apóstoles en el derecho, todos con expresivos ademanes y rostros individualizados. Cada lado simboliza, respectivamente, el Antiguo y el Nuevo Testamento, el Purgatorio o el Infierno.
Entre las curiosidades y recreaciones del Pórtico sobresale la del santo dos croques, figura situada al pie del mainel, mirando al altar. Una tradición sostiene que es la figura del mismísimo Maestro Mateo, el cual fue privado así para siempre de la contemplación de su magna obra por haber caído en la osadía de haberse colocado entre los que disfrutaban de la Gloria: tres golpes en su cabeza nos transmitiría su genio, aunque, quizás buscando la fuerza, la gente se los da por error en el Sansón del frente. Otro hábito ritual es la colocación de la mano allí donde lo hicieron millones de personas en el parteluz.
La risueña mirada de Daniel parece ser que iba dirigida hacia los prominentes pechos de la reina de Saba (enfrente), oportunamente mandados rebajar por un prelado.
En el plano inferior, unos tragicómicos monstruos sostienen el pórtico, hartos sin duda de los alaridos que profieren los condenados, sometidos a suplicio por los demonios del infierno.
Ya sólo nos queda deducir cómo sería la chillona policromía antes del vaciado en yeso que fue efectuado para el museo londinense de reproducciones artísticas, y seguir la visita por las naves. Una trampilla permite la bajada a las excavaciones (es necesario concertar la visita). La nave central fue despejada en 1945 al retirar la sillería del coro, que tras permanecer muchos años en el monasterio de Sobrado, ha sido restaurada y trasladada al coro alto de San Martín de Pinario; el coro de madera, a su vez, había sustituido el pétreo del Maestro Mateo. Romay realizó los órganos en el siglo XVIII.
En el centro del crucero se alza una cúpula gótica de la que cuelga la perola para enganchar el botafumeiro, el mayor incensario del mundo, utilizado ya desde el siglo XIV para aromatizar el templo. Resulta espectacular verlo elevarse hasta las bóvedas del crucero, hábilmente guiado y detenido por los tiraboleiros. El actual, de latón plateado, data de 1851, y se hace funcionar en las solemnidades o por previo encargo y pago de la ofrenda.
Adosados a los pilares están el relicario de los bordones de Santiago y San Franco de Siena, y las estatuas limosneras del Alfeo (1393) y Salomé (siglo XV). Los púlpitos son de Juan Bautista Celma (finales del siglo XVI); muestran peanas sireniformes y delicados relieves con pasajes de la vida y la leyenda del Apóstol. El altar mayor fue diseñado por Vega y Verdugo, y realizado por Peña de Toro. Se pretendió hacer un baldaquino al modo del de San Pedro de Roma, pero fue difícil adaptarlo al remplo románico, resultando muy aparatoso, con sus columnas salomónicas, el doselón sostenido por pesados angelotes y un Matamoros en el remate. El camarín se cubre con la estatua del titular, que aunque fue realizada en el siglo XIII, está revestida con esclavina de plata dorada por Monroy. A ella se asciende desde la girola para darle el abrazo. Sobre la imagen pendía una corona que se ponían los peregrinos, al tiempo que dejaban su sombrero en la cabeza del Apóstol, que así variaba constantemente de tocado para regocijo de los presentes.
Por otro pasadizo de la girola se desciende al mausoleo para orar ante la urna argéntea con los restos de Santiago y sus discípulos Teodoro y Atanasio. Aún es visible una mínima parte de la obra romana; la cripta fue habilitada y abierta en el Año Santo de 1885. En el brazo meridional del crucero se sitúan las puertas platerescas de la sacristía y el claustro, ambas de Juan de Álava; junto a la segunda fue empotrado el tímpano de Clavijo.
El deambulatorio original se salvó al no llevarse a cabo un proyecto de ampliación en estilo gótico. En él iniciamos el recorrido por las capillas. La primera es la del Pilar, iniciada por Andrade y concluida por Casas. Concebida para sacristía, acabó como mausoleo de Monroy. Decorada con mármoles y jaspes, en su retablo Santiago ora ante la aparición mariana de Zaragoza. Siguen la capilla de Mondragón (siglo XVI), con un Descendimiento en barro cocido de influencia flamenca, y la de Doña Mencía, con el sepulcro de la fundadora, hasta la Puerta Santa, decorada con dos esculturas mateanas polícromas. Las hojas de bronce, que en la parte interna plasman varios episodios de la vida y leyenda de Santiago, fueron encargadas a Suso León y estrenadas en el año santo de 2004; su colocación hace preludiar que la tradición inaugural del jubileo, con el derribo del muro de cascotes de piedra por parte del arzobispo, desaparecerá. En el centro de la girola está la capilla del Salvador o de San Luis, rey de Francia. Un capitel indica que este lugar comenzó la obra de la Catedral. Tiene un retablo plateresco. En la capilla de Nuestra Señora la Blanca vemos las tumbas de los Españas, un retablo barroco en la capilla de San Juan, y el mausoleo del maestrescuela Diego de Castilla y altar platerescos (Maestro Arnao) en la capilla de San Bartolomé, con su traza románica intacta. La capilla de la Concepción, en el ángulo del crucero, era de la cofradía de la Prima. Su retablo muestra a la Virgen de la O (Cornelis de Holanda) y un Descendimiento (Fernández de Sande). La de la Soledad, antes del Sancti Spiritus, acoge otras imágenes del trascoro. Un pasillo une el antiguo oratorio benedictino de la Corticela con la Catedral. Data del siglo XIII y fue parroquia de extranjeros y vascos. Destaca la Adoración de los Magos del tímpano. Las capillas de San Andrés y San Antonio tienen altares barrocos. Pasada la de Santa Catalina, un Matamoros procesional de Gambino, que ha dado lugar a una reciente controversia sobre la oportunidad o no de que siga siendo objeto de culto, cabalga en su lucillo. Ya en la nave del Evangelio vemos la neoclásica capilla de la Comunión, que sustituyó a la de Mendoza, donde se conferían los grados universitarios (ser conserva una Virgen gótica). Ferro Caveiro diseñó su planta elíptica, con una gran cúpula, para alojar los enterramientos de Lope de Mendoza y Bartolomé Rajoy. Por fin en la del Cristo de Burgos es venerada una copia del célebre Crucificado; pueden asimismo verse las tumbas de los arzobispos Carrillo (siglo XVII) y García Cuesta.
El Museo Catedralicio* puede comenzar a visitarse por la mal llamada Catedral Vieja, edificada en tiempos de Gelmírez para salvar el desnivel del terreno y reforzada por Mateo para sustentar su pórtico. A continuación se sube a la catedral para seguir el recorrido por diversas salas. Juan de Álava trazó la capilla de las Reliquias (nave de la Epístola). En el moderno retablo de Magariños se admiran relicarios tan notables como el busto de Santiago Alfeo (1332) o los santiagos peregrinos medievales de Coquatrix, Roucel y el arzobispo Isorna. Otra pieza destacada es el retablillo de alabastro inglés John Goodyear (siglo XV). A la estancia fue trasladada el Panteón Real, con tumbas del conde de Galicia Raimundo de Borgoña, Doña Berenguela -esposa de Alfonso VI-, Doña Inés de Castro, Pedro Froilaz y los reyes Fernando II (de Mateo) y Alfonso IX. Entre ésta y el tesoro se ha colocado la lauda de Teodomiro.
El tesoro se expone en la capilla de San Fernando, y en él sobresale la custodia procesional en plata dorada del taller de Antonio de Arfe (1539-1544). Los delicados relieves de su peana fueron más tarde copiados en los púlpitos.
En el actual claustro, que sustituye al románico, trabajaron desde 1505 y durante setenta años la flor y nata de los arquitectos del Renacimiento: Juan de Álava, Alonso de Covarrubias, Juan de Badajoz, Rodrigo Gil de Hontañón y Juan de Herrera. El patio tardogótico está decorado con motivos platerescos; en fecha reciente ha sido cubierto por una estructura metálica. La biblioteca y sala capitular son de Ferro Caaveiro. En la primera puede verse el botafumeiro, y en la segunda, una notable bóveda plana pintada y la talla rococó de Santiago (Gambino).
El ala occidental acoge las secciones de epigrafía y arqueología (hallazgos de las excavaciones y escultura románica), destacando sobremanera la reconstrucción del coro pétreo del Maestro Mateo, obra en la que se han empleado numerosas piezas originales. En su parte alta, con acceso a las galerías del claustro que dan al Obradoiro, permanece expuesta la colección de tapices según cartones de Rubens, Teniers, Bayeu y Goya.
El archivo (visita previa concertación) custodia libros iluminados tan valiosos como los tumbos A y B o el Códice Calixtino.
Enlace a la Entrada anterior de Santiago de Compostela**:
417. SANTIAGO DE COMPOSTELA** (I), La Coruña: 15 de septiembre 2007.
En el plano inferior, unos tragicómicos monstruos sostienen el pórtico, hartos sin duda de los alaridos que profieren los condenados, sometidos a suplicio por los demonios del infierno.
Ya sólo nos queda deducir cómo sería la chillona policromía antes del vaciado en yeso que fue efectuado para el museo londinense de reproducciones artísticas, y seguir la visita por las naves. Una trampilla permite la bajada a las excavaciones (es necesario concertar la visita). La nave central fue despejada en 1945 al retirar la sillería del coro, que tras permanecer muchos años en el monasterio de Sobrado, ha sido restaurada y trasladada al coro alto de San Martín de Pinario; el coro de madera, a su vez, había sustituido el pétreo del Maestro Mateo. Romay realizó los órganos en el siglo XVIII.
En el centro del crucero se alza una cúpula gótica de la que cuelga la perola para enganchar el botafumeiro, el mayor incensario del mundo, utilizado ya desde el siglo XIV para aromatizar el templo. Resulta espectacular verlo elevarse hasta las bóvedas del crucero, hábilmente guiado y detenido por los tiraboleiros. El actual, de latón plateado, data de 1851, y se hace funcionar en las solemnidades o por previo encargo y pago de la ofrenda.
Adosados a los pilares están el relicario de los bordones de Santiago y San Franco de Siena, y las estatuas limosneras del Alfeo (1393) y Salomé (siglo XV). Los púlpitos son de Juan Bautista Celma (finales del siglo XVI); muestran peanas sireniformes y delicados relieves con pasajes de la vida y la leyenda del Apóstol. El altar mayor fue diseñado por Vega y Verdugo, y realizado por Peña de Toro. Se pretendió hacer un baldaquino al modo del de San Pedro de Roma, pero fue difícil adaptarlo al remplo románico, resultando muy aparatoso, con sus columnas salomónicas, el doselón sostenido por pesados angelotes y un Matamoros en el remate. El camarín se cubre con la estatua del titular, que aunque fue realizada en el siglo XIII, está revestida con esclavina de plata dorada por Monroy. A ella se asciende desde la girola para darle el abrazo. Sobre la imagen pendía una corona que se ponían los peregrinos, al tiempo que dejaban su sombrero en la cabeza del Apóstol, que así variaba constantemente de tocado para regocijo de los presentes.
Por otro pasadizo de la girola se desciende al mausoleo para orar ante la urna argéntea con los restos de Santiago y sus discípulos Teodoro y Atanasio. Aún es visible una mínima parte de la obra romana; la cripta fue habilitada y abierta en el Año Santo de 1885. En el brazo meridional del crucero se sitúan las puertas platerescas de la sacristía y el claustro, ambas de Juan de Álava; junto a la segunda fue empotrado el tímpano de Clavijo.
El deambulatorio original se salvó al no llevarse a cabo un proyecto de ampliación en estilo gótico. En él iniciamos el recorrido por las capillas. La primera es la del Pilar, iniciada por Andrade y concluida por Casas. Concebida para sacristía, acabó como mausoleo de Monroy. Decorada con mármoles y jaspes, en su retablo Santiago ora ante la aparición mariana de Zaragoza. Siguen la capilla de Mondragón (siglo XVI), con un Descendimiento en barro cocido de influencia flamenca, y la de Doña Mencía, con el sepulcro de la fundadora, hasta la Puerta Santa, decorada con dos esculturas mateanas polícromas. Las hojas de bronce, que en la parte interna plasman varios episodios de la vida y leyenda de Santiago, fueron encargadas a Suso León y estrenadas en el año santo de 2004; su colocación hace preludiar que la tradición inaugural del jubileo, con el derribo del muro de cascotes de piedra por parte del arzobispo, desaparecerá. En el centro de la girola está la capilla del Salvador o de San Luis, rey de Francia. Un capitel indica que este lugar comenzó la obra de la Catedral. Tiene un retablo plateresco. En la capilla de Nuestra Señora la Blanca vemos las tumbas de los Españas, un retablo barroco en la capilla de San Juan, y el mausoleo del maestrescuela Diego de Castilla y altar platerescos (Maestro Arnao) en la capilla de San Bartolomé, con su traza románica intacta. La capilla de la Concepción, en el ángulo del crucero, era de la cofradía de la Prima. Su retablo muestra a la Virgen de la O (Cornelis de Holanda) y un Descendimiento (Fernández de Sande). La de la Soledad, antes del Sancti Spiritus, acoge otras imágenes del trascoro. Un pasillo une el antiguo oratorio benedictino de la Corticela con la Catedral. Data del siglo XIII y fue parroquia de extranjeros y vascos. Destaca la Adoración de los Magos del tímpano. Las capillas de San Andrés y San Antonio tienen altares barrocos. Pasada la de Santa Catalina, un Matamoros procesional de Gambino, que ha dado lugar a una reciente controversia sobre la oportunidad o no de que siga siendo objeto de culto, cabalga en su lucillo. Ya en la nave del Evangelio vemos la neoclásica capilla de la Comunión, que sustituyó a la de Mendoza, donde se conferían los grados universitarios (ser conserva una Virgen gótica). Ferro Caveiro diseñó su planta elíptica, con una gran cúpula, para alojar los enterramientos de Lope de Mendoza y Bartolomé Rajoy. Por fin en la del Cristo de Burgos es venerada una copia del célebre Crucificado; pueden asimismo verse las tumbas de los arzobispos Carrillo (siglo XVII) y García Cuesta.
El Museo Catedralicio* puede comenzar a visitarse por la mal llamada Catedral Vieja, edificada en tiempos de Gelmírez para salvar el desnivel del terreno y reforzada por Mateo para sustentar su pórtico. A continuación se sube a la catedral para seguir el recorrido por diversas salas. Juan de Álava trazó la capilla de las Reliquias (nave de la Epístola). En el moderno retablo de Magariños se admiran relicarios tan notables como el busto de Santiago Alfeo (1332) o los santiagos peregrinos medievales de Coquatrix, Roucel y el arzobispo Isorna. Otra pieza destacada es el retablillo de alabastro inglés John Goodyear (siglo XV). A la estancia fue trasladada el Panteón Real, con tumbas del conde de Galicia Raimundo de Borgoña, Doña Berenguela -esposa de Alfonso VI-, Doña Inés de Castro, Pedro Froilaz y los reyes Fernando II (de Mateo) y Alfonso IX. Entre ésta y el tesoro se ha colocado la lauda de Teodomiro.
El tesoro se expone en la capilla de San Fernando, y en él sobresale la custodia procesional en plata dorada del taller de Antonio de Arfe (1539-1544). Los delicados relieves de su peana fueron más tarde copiados en los púlpitos.
En el actual claustro, que sustituye al románico, trabajaron desde 1505 y durante setenta años la flor y nata de los arquitectos del Renacimiento: Juan de Álava, Alonso de Covarrubias, Juan de Badajoz, Rodrigo Gil de Hontañón y Juan de Herrera. El patio tardogótico está decorado con motivos platerescos; en fecha reciente ha sido cubierto por una estructura metálica. La biblioteca y sala capitular son de Ferro Caaveiro. En la primera puede verse el botafumeiro, y en la segunda, una notable bóveda plana pintada y la talla rococó de Santiago (Gambino).
El ala occidental acoge las secciones de epigrafía y arqueología (hallazgos de las excavaciones y escultura románica), destacando sobremanera la reconstrucción del coro pétreo del Maestro Mateo, obra en la que se han empleado numerosas piezas originales. En su parte alta, con acceso a las galerías del claustro que dan al Obradoiro, permanece expuesta la colección de tapices según cartones de Rubens, Teniers, Bayeu y Goya.
El archivo (visita previa concertación) custodia libros iluminados tan valiosos como los tumbos A y B o el Códice Calixtino.
Enlace a la Entrada anterior de Santiago de Compostela**:
417. SANTIAGO DE COMPOSTELA** (I), La Coruña: 15 de septiembre 2007.
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