1. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Vista del Castillo-Palacio.
2. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Detalle de los muros exteriores del Castillo-Palacio.
3. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Igl. de Santiago.
4. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Puerta del Perdón de la igl. de Santiago.
5. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Ábside de la igl. de Santiago.
6. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Cvto. de San Francisco.
7. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Portada del Cvto. de San Francisco.
8. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Retablo mayor de la igl. del Cvto. de San Francisco.
9. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Artesonado mudéjar de la igl. del Cvto. de San Francisco.
10. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Capilla de la igl. del Cvto. de San Francisco.
11. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Interior de la igl. del Cvto. de la Anunciada.
12. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Panteón de los marqueses en el interior del Cvto. de la Anunciada.
13. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Exterior de la colegiata de Sta. Mª.
14. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Vista general de la colegiata de Sta. Mª.
15. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Puente medieval.
16. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Fachada de San Nicolás el Real.
17. VILLAFRANCA DEL BIERZO, León. Interior de la igl. de San Nicolás el Real.
VILLAFRANCA DEL BIERZO* (I), provincia de León: 17 de septiembre de 2007.
La más galaica de las ciudades leonesas, situada en el fértil valle donde confluyen el Valcarce y el Burbia, es una villa señorial crecida en torno a la magnífica calle del Agua.
Muy cerca del acceso a la ciudad por la N-VI está el castillo-palacio, edificio fortificado de finales del siglo XV con macizos torreones laterales y aún habitado en una de sus partes. De él, a través de la mano de Cristóbal Halftter, han salido inspiradas partituras.
De frente, una empinada cuesta lleva hasta la iglesia de Santiago*, templo románico (siglo XII) de gran importancia en la ruta jacobea, ya que ante su hermosa puerta del Perdón, enmarcada por cuatro arquivoltas sobre finas columnas con capiteles, los peregrinos impedidos para proseguir la ruta pueden ganar los mismos beneficios espirituales que en Compostela.
En dirección al centro urbano, enseguida se alcanza la Plaza Mayor, que tiene a la vista, elevado, el convento de San Francisco, tal vez fundado por el santo de Asís. La portada es románica, y la iglesia, del siglo XVII, posee un artesonado mudéjar y destacables sepulcros góticos. Presidiendo la plaza, el edificio del Ayuntamiento, de principios de siglo, comparte la función municipal con las actividades culturales que se realizan en las dependencias, parcialmente restauradas, del antiguo teatro.
Sería exagerado, aunque no inexacto, decir que Villafranca es ante todo una calle que atraviesa de punta a punta el primitivo núcleo urbano, avanzando a través de una armoniosa sucesión de palacios y casas con balconadas de destacables rejerías y rincones de gran belleza. Sería exagerado, pero queda dicho y la prueba es la calle del Agua**, vía peregrina por excelencia, en la que aún se adivina el ambiente medieval bajo el predominante aspecto renacentista y barroco de sus principales edificios. Hacia la parte central se concentran algunas de las más interesantes construcciones, como el palacio de Torquemada, edificio barroco rematado en sus flancos por airosos y originales templetes, y la contigua casa morisca (número 31), del siglo XV.
Frente a ellos, la mansión de los Álvarez de Toledo, doblemente blasonada, y un poco más adelante, el convento de San José. Sendas lápidas recuerdan los lugares de nacimiento del novelista romántico Enrique Gil y Carrasco (número 15) y del erudito Padre Sarmiento (número 5).
Próximo a esta calle, en la Rúa Nueva, está el convento de la Anunciada, levantado en el siglo XVII sobre un antiguo hospital de peregrinos. Posee una interesante iglesia barroca, con portada protegida por un gran arco y un destacable retablo en el interior, además de un panteón de los marqueses que lo fundaron.
También por la calle del Agua, pero ahora hacia el extremo opuesto, se llega al espacio donde se levanta solitaria la inacabada colegiata de Santa María, construida sobre la anterior abadía de Cluniaco a partir de 1544 por un discípulo de Gil de Hontañón. Su estilo va desde el gótico tardío al herreriano, con elementos platerescos. Detrás de la colegiata se extiende la Alameda, configurada como un jardín de estilo francés.
De regreso hacia el centro difícilmente pasará inadvertido un caserón de grandes dimensiones y aspecto severo en su traza renacentista y decoración barroca. Es San Nicolás el Real, fundado como colegio jesuítico a principios del siglo XVII y regentado por padres paúles.
En dirección al centro urbano, enseguida se alcanza la Plaza Mayor, que tiene a la vista, elevado, el convento de San Francisco, tal vez fundado por el santo de Asís. La portada es románica, y la iglesia, del siglo XVII, posee un artesonado mudéjar y destacables sepulcros góticos. Presidiendo la plaza, el edificio del Ayuntamiento, de principios de siglo, comparte la función municipal con las actividades culturales que se realizan en las dependencias, parcialmente restauradas, del antiguo teatro.
Sería exagerado, aunque no inexacto, decir que Villafranca es ante todo una calle que atraviesa de punta a punta el primitivo núcleo urbano, avanzando a través de una armoniosa sucesión de palacios y casas con balconadas de destacables rejerías y rincones de gran belleza. Sería exagerado, pero queda dicho y la prueba es la calle del Agua**, vía peregrina por excelencia, en la que aún se adivina el ambiente medieval bajo el predominante aspecto renacentista y barroco de sus principales edificios. Hacia la parte central se concentran algunas de las más interesantes construcciones, como el palacio de Torquemada, edificio barroco rematado en sus flancos por airosos y originales templetes, y la contigua casa morisca (número 31), del siglo XV.
Frente a ellos, la mansión de los Álvarez de Toledo, doblemente blasonada, y un poco más adelante, el convento de San José. Sendas lápidas recuerdan los lugares de nacimiento del novelista romántico Enrique Gil y Carrasco (número 15) y del erudito Padre Sarmiento (número 5).
Próximo a esta calle, en la Rúa Nueva, está el convento de la Anunciada, levantado en el siglo XVII sobre un antiguo hospital de peregrinos. Posee una interesante iglesia barroca, con portada protegida por un gran arco y un destacable retablo en el interior, además de un panteón de los marqueses que lo fundaron.
También por la calle del Agua, pero ahora hacia el extremo opuesto, se llega al espacio donde se levanta solitaria la inacabada colegiata de Santa María, construida sobre la anterior abadía de Cluniaco a partir de 1544 por un discípulo de Gil de Hontañón. Su estilo va desde el gótico tardío al herreriano, con elementos platerescos. Detrás de la colegiata se extiende la Alameda, configurada como un jardín de estilo francés.
De regreso hacia el centro difícilmente pasará inadvertido un caserón de grandes dimensiones y aspecto severo en su traza renacentista y decoración barroca. Es San Nicolás el Real, fundado como colegio jesuítico a principios del siglo XVII y regentado por padres paúles.
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