2. SANTA MARÍA DE LEBEÑA, Cantabria. Atrio de la Igl. de Sta. Mª de Lebeña.
9. SANTA MARÍA DE LEBEÑA, Cantabria. Capiteles de los pilares compuestos de la Igl. de Sta. Mª de Lebeña.
13. SANTA MARÍA DE LEBEÑA, Cantabria. Copa del Tejo, Olivo y Ábside de la Igl. de Sta. Mª de Lebeña.
15. SANTA MARÍA DE LEBEÑA, Cantabria. Vista general del emplazamiento de la Igl. de Sta. Mª de Lebeña.
SANTA MARÍA DE LEBEÑA** (I), provincia de Cantabria: 27 de junio de 2006.
Situada junto al desfiladero de la Hermida, a 8 km. de Potes, la iglesia de Santa María de Lebeña es la mejor muestra de arquitectura mozárabe de Cantabria.
La iglesia de Santa María de Lebeña fue fundada en el año 925 por el conde Alfonso y su esposa Justa. Como en todo origen remoto, existe una leyenda según la cual el conde y su consorte se proponían trasladar a este templo los restos de Santo Toribio, pero éste, que debía de preferir el reposo de su monasterio, cegó sus ojos hasta que renunciaron a ese objetivo y se conformaron con levantar esta pequeña joya arquitectónica, convertida hoy en uno de los lugares más visitados de la inagotable comarca lebaniega.
La relevancia de este edificio del siglo X estriba en la utilización, por primera vez en la península del pilar compuesto, una de las características definitorias del románico en época posterior. La bella articulación volumétrica del templo se debe a los cuatro pilares centrales que forman tres naves, con nueve tramos de diversa altura, llegando a alcanzar una elevación destacada en el tramo central. Los modillones lobulados que soportan los aleros, los capiteles de excelente labra y los arcos de herradura definen su estilo mozárabe. Existen similitudes constructivas entre esta iglesia y la asturiana de San Miguel de Lillo, levantada en el siglo IX.
En el frontal del altar hay una gran losa de piedra decorada con motivos circulares: una gran esvástica en el centro y flores de seis pétalos en los laterales, de la misma época, aunque probablemente de origen celta.
Frente a la iglesia se alza un tejo milenario. Al parecer, era costumbre cuando se terminaba una construcción, plantar este árbol considerado como símbolo mágico de vida y muerte, pues, según cuenta Plinio en sus crónicas, los cántabros utilizaban la savia extraída del tejo para suicidarse, cuando se veían acorralados por el enemigo.
El pueblo, con su típico caserío diseminado por la ladera, también merece una visita y un sabroso acercamiento a sus afamados quesucos.
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