1. TUI, Pontevedra. Nave lateral de la catedral.
2. TUI, Pontevedra. Monumento eucarístico de la catedral.
3. TUI, Pontevedra. Bóveda estrellada del crucero de la catedral.
4. TUI, Pontevedra. Vista de la cap. de San Telmo de la catedral.
5. TUI, Pontevedra. Una de las pandas del claustro de la catedral.
6. TUI, Pontevedra. Vista de Valença do Minho desde la catedral.
7. TUI, Pontevedra. El claustro de la catedral.
8. TUI, Pontevedra. Otra vista del claustro de la catedral.
9. TUI, Pontevedra. Vista del claustro y pórtico de la catedral desde la Torre de Soutomaior.
10. TUI, Pontevedra. Parte de los sitiales del coro de la catedral.
11. TUI, Pontevedra. Uno de los órganos de la catedral.
12. TUI, Pontevedra. Vista de la nave central de la catedral, con los tirantes de piedra.
13. TUI, Pontevedra. La nave central de la catedral con los triforios y los tirantes de piedra.
14. TUI, Pontevedra. Portada principal de la catedral cobijada por el pórtico.
15. TUI, Pontevedra. Detalle del tímpano de la portada principal de la catedral.
16. TUI, Pontevedra. Decoración escultórica sobre las jambas de la portada principal de la catedral.
17. TUI, Pontevedra. El pórtico de la catedral.
TUI** (I), provincia de Pontevedra: 14 de septiembre de 2007.
Desde la ribera del Miño se divisa una bella estampa de esta antigua plaza fronteriza. La colina coronada por la catedral-fortaleza presenta una especie de réplica en los baluartes portugueses de la villa de Valença, si bien ambas localidades han sustituido las disputas del ayer por las buenas relaciones de hermandad.
El precioso conjunto histórico-artístico semeja una acrópolis helena que hiciera honor a su leyenda fundacional.
Zona alta
La Catedral** fue iniciada hacia el año 1120 y consagrada por el obispo Esteban Egea en 1225, sufriendo grandes reformas en el siglo XV. Sus sólidas torres almenadas le confieren el aspecto de un castillo. La puerta norte es románica y presenta la estatua de un prelado. Un gran pórtico cobija la principal, de mediados del XIII, profusamente decorada en sus ocho arquivoltas, columnas (esculturas de profetas, apóstoles, santos y reyes) y tímpano (registros de la adoración de los Pastores y los reyes, incluido Herodes). Las tres naves con triforio y corto crucero presentan un incipiente estilo ojival, mientras que la cabecera rectangular ya data del siglo XV. Alguna de sus bóvedas aparece agrietada por los efectos del terremoto de Lisboa, que obligó a colocar los tirantes de piedra. San Telmo preside la sillería barroca de Castro Canseco, y la Virgen, el retablo mayor del siglo XVIII, actualmente colocado en el brazo sur del crucero. Los órganos son del siglo XVII. En la capilla de San Telmo está el mausoleo de Diego de Torquemada junto al gran relicario que, entre otras, guarda la cabeza del patrón.
El Museo Catedralicio se inicia con la visita a la capilla de Santa Catalina, recinto gótico fruto del pontificado de Diego de Muros. Expone sus altares barrocos y vitrinas con piezas de orfebrería y ornamentos sagrados; deben destacarse la custodia y los cetros procesionales de 1602, el cáliz de coco del siglo XV y una Virgen de la escuela de Juan de Juni. Posteriormente se accede al claustro, del siglo XIII, también renovado dos siglos después. La sección arqueológica está instalada en la Sala Capitular. Desde la torre de Soutomaior (1419) se abarca una amplia panorámica sobre el Miño y Portugal, así como la fértil vega, muy parcelada y ocupada.
Junto a la Catedral abre sus puertas el Museo Diocesano, instalado en el caserón del hospital para pobres y peregrinos. Reúne colecciones de arqueología, entre cuyas piezas más interesantes se halla el casco celta en bronce de Caldelas de Tui, y de arte sacro.
Enfrente vemos el Ayuntamiento. En la porta da Pía se conserva un lienzo de las murallas y un monumento al arzobispo Lago. Un palco en hierro fundido de 1897 adorna el Cantón de Diómedes y próxima está la estatua de Fray Rosendo Salvado, benedictino que trajo a Galicia los eucaliptos que desde su misión australiana de Nueva Nursia. Aquí comienza el ancho paseo empedrado y arbolado de la Corredera, con la iglesia barroca de San Francisco, que posee un retablo salomónico; el convento anexo, ocupado por el Seminario Menos y algunas viviendas, es de los siglos XIX y XX. El paseo termina en la glorieta-mirador de Vigo, desde la que pueden recorrerse unos jardines en descenso hasta Santo Domingo.
Zona baja
Desde la Catedral bajan hacia el río o discurren por la ladera una serie de callejuelas de intenso carácter medieval con soportales y casas blasonadas (Canicouva, Entrefornos, San Telmo, de Abaixo, Placer). Entre ellas sobresale la capilla de San Telmo, según la tradición, levantada sobre su morada. Francisco Antonio Muiños trazó a fines del siglo XVIII su fachada en estilo rocalla portugués.
Cerca se halla el convento de las Clarisas o Encerradas, con artísticas rejas exteriores. Salimos del viejo recinto murado por la plaza de la Armada (cruceiro) hacia el antiguo convento de Santo Domingo. Su templo, de fachada barroca, conserva el interior del siglo XIV: nave única, acusado transepto y triple cabecera poligonal. Son interesantes los púlpitos, el retablo mayor churrigueresco y el lateral, con una curiosa representación de la batalla de Lepanto, en la que los barcos parecen querer navegar fuera del marco. Tras el claustro se plantó una alameda sobre un baluarte.
Unos 400 m. separan esta iglesia de la de San Bartolomé de Rebordáns, que fue de benedictinos y canónigos regulares de San Agustín. En la construcción románica del siglo XI sobresalen los arcaizantes capiteles. Sus frescos fueron pintados en el siglo XVI. Un cruceiro de 1770 señala el camino por el que discurría la vía romana de Braga a Lugo.
Zona alta
La Catedral** fue iniciada hacia el año 1120 y consagrada por el obispo Esteban Egea en 1225, sufriendo grandes reformas en el siglo XV. Sus sólidas torres almenadas le confieren el aspecto de un castillo. La puerta norte es románica y presenta la estatua de un prelado. Un gran pórtico cobija la principal, de mediados del XIII, profusamente decorada en sus ocho arquivoltas, columnas (esculturas de profetas, apóstoles, santos y reyes) y tímpano (registros de la adoración de los Pastores y los reyes, incluido Herodes). Las tres naves con triforio y corto crucero presentan un incipiente estilo ojival, mientras que la cabecera rectangular ya data del siglo XV. Alguna de sus bóvedas aparece agrietada por los efectos del terremoto de Lisboa, que obligó a colocar los tirantes de piedra. San Telmo preside la sillería barroca de Castro Canseco, y la Virgen, el retablo mayor del siglo XVIII, actualmente colocado en el brazo sur del crucero. Los órganos son del siglo XVII. En la capilla de San Telmo está el mausoleo de Diego de Torquemada junto al gran relicario que, entre otras, guarda la cabeza del patrón.
El Museo Catedralicio se inicia con la visita a la capilla de Santa Catalina, recinto gótico fruto del pontificado de Diego de Muros. Expone sus altares barrocos y vitrinas con piezas de orfebrería y ornamentos sagrados; deben destacarse la custodia y los cetros procesionales de 1602, el cáliz de coco del siglo XV y una Virgen de la escuela de Juan de Juni. Posteriormente se accede al claustro, del siglo XIII, también renovado dos siglos después. La sección arqueológica está instalada en la Sala Capitular. Desde la torre de Soutomaior (1419) se abarca una amplia panorámica sobre el Miño y Portugal, así como la fértil vega, muy parcelada y ocupada.
Junto a la Catedral abre sus puertas el Museo Diocesano, instalado en el caserón del hospital para pobres y peregrinos. Reúne colecciones de arqueología, entre cuyas piezas más interesantes se halla el casco celta en bronce de Caldelas de Tui, y de arte sacro.
Enfrente vemos el Ayuntamiento. En la porta da Pía se conserva un lienzo de las murallas y un monumento al arzobispo Lago. Un palco en hierro fundido de 1897 adorna el Cantón de Diómedes y próxima está la estatua de Fray Rosendo Salvado, benedictino que trajo a Galicia los eucaliptos que desde su misión australiana de Nueva Nursia. Aquí comienza el ancho paseo empedrado y arbolado de la Corredera, con la iglesia barroca de San Francisco, que posee un retablo salomónico; el convento anexo, ocupado por el Seminario Menos y algunas viviendas, es de los siglos XIX y XX. El paseo termina en la glorieta-mirador de Vigo, desde la que pueden recorrerse unos jardines en descenso hasta Santo Domingo.
Zona baja
Desde la Catedral bajan hacia el río o discurren por la ladera una serie de callejuelas de intenso carácter medieval con soportales y casas blasonadas (Canicouva, Entrefornos, San Telmo, de Abaixo, Placer). Entre ellas sobresale la capilla de San Telmo, según la tradición, levantada sobre su morada. Francisco Antonio Muiños trazó a fines del siglo XVIII su fachada en estilo rocalla portugués.
Cerca se halla el convento de las Clarisas o Encerradas, con artísticas rejas exteriores. Salimos del viejo recinto murado por la plaza de la Armada (cruceiro) hacia el antiguo convento de Santo Domingo. Su templo, de fachada barroca, conserva el interior del siglo XIV: nave única, acusado transepto y triple cabecera poligonal. Son interesantes los púlpitos, el retablo mayor churrigueresco y el lateral, con una curiosa representación de la batalla de Lepanto, en la que los barcos parecen querer navegar fuera del marco. Tras el claustro se plantó una alameda sobre un baluarte.
Unos 400 m. separan esta iglesia de la de San Bartolomé de Rebordáns, que fue de benedictinos y canónigos regulares de San Agustín. En la construcción románica del siglo XI sobresalen los arcaizantes capiteles. Sus frescos fueron pintados en el siglo XVI. Un cruceiro de 1770 señala el camino por el que discurría la vía romana de Braga a Lugo.
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