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martes, 8 de junio de 2010

73. MONASTERIO DE YUSTE* - Cuacos de Yuste (I), Cáceres: 23 de noviembre de 2005.

1. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Acceso al Palacio del Monasterio.

2. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Exterior de la Iglesia del Monasterio.

3. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Claustro gótico del Monasterio.

4. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Claustro plateresco del Monasterio.

5. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Iglesia del Monasterio.

6. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Cripta del Monasterio.

7. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Sacristía de la Iglesia del Monasterio.

8. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Estanque del Palacio del Monasterio.

9. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Vista general del conjunto del Monasterio.

10. MONASTERIO DE YUSTE - Cuacos de Yuste, Cáceres. Vista general del Palacio del Monasterio.

MONASTERIO DE YUSTE* - Cuacos de Yuste (I), provincia de Cáceres: 23 de noviembre de 2005.
   El histórico monasterio de San Jerónimo de Yuste, ligado a la memoria del emperador Carlos V, que tras la abdicación buscó el descanso postrero entre sus muros, se halla enclavado en un paraje de naturaleza apacible y solitaria.
   Desde Garganta la Olla, una carretera sinuosa, entre densa vegetación, canchales graníticos y panoramas tan amplios que alivian toda pesadumbre, nos encamina hacia el Monasterio de Yuste, que impone su solitaria presencia como parada obligatoria para revivir el escenario donde el emperador decidió pasar sus últimos días en retiro espiritual.
   Son numerosas las leyendas, con mayor o ningún fundamento, tejidas en torno a esa postrera estancia del césar de la Cristiandad. Tal vez la más espeluznante sea la que afirma que el emperador, deseoso de asistir en vida a sus propios funerales, mandó celebrarlos y participó en ellos confundido entre la comunidad de monjes jerónimos, vestido de luto y con un cirio en la mano. La ceremonia habría sido tan real que al día siguiente Carlos V enfermó y tres semanas después expiraba.
   Al conjunto monacal, austero y de modestas proporciones, se accede a través de un pórtico adintelado frente al que se alza la fachada oeste del templo. La portada corresponde a las reformas efectuadas en el siglo XVI y reune los únicos motivos ornamentales de la fachada.
   La iglesia, del siglo XV, es de nave única, con bóvedas de terceletes y estrelladas sobre la cabecera poligonal. En el retablo mayor, encargado por Felipe II a Juan de Herrera (1580), aparece el lienzo con la Apoteosis de Carlos V, copia realizada por Antonio Segura del que Tiziano pintara para El Escorial. La sillería del coro, a la que se relaciona con la escuela del escultor Rodrigo Alemán, data de finales del siglo XV. Tallada en madera de nogal, es de estilo gótico con detalles renacentistas en la decoración con motivos vegetales y temas fantásticos.
   Comunicado con la iglesia por un arco conopial y adosado en la parte del evangelio, se sitúa el claustro gótico. Los dos pisos con arcos carpaneles, de menor altura en el superior, se cubren en las galerías con techumbres planas. El claustro plateresco es de similar estructura que el anterior. En este caso, las arquerías son de medio punto en el nivel inferior y de arcos escarzanos en el piso alto. Las columnas de ambas arquerías presentan capiteles decorados con guirnaldas y volutas.
   A la residencia imperial se accede por una rampa que finaliza en un pórtico arquitrabado. Se supone que las obras fueron supervisadas por fray Antonio de Villacastín, quien adaptó las líneas de la nueva estancia, de dos plantas, a la sobriedad del conjunto. La enlutada alcoba imperial, en el piso superior, se comunica con la iglesia a través de una ventana en esviaje que permitía al monarca, aquejado de gota, seguir desde la cama los oficios religiosos, disposición que Felipe II, doliente del mismo mal, incorporó a su cámara escurialense. En la fachada sur se abre un mirador sobre el estanque y la huerta que rodea el monasterio. Algunos objetos personales del emperador se conservan en las salas contiguas, entre ellos un reloj de oro y platino, fechado en 1562, obra del relojero alemán Metzger.

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