1. MURCIA, capital. Parroquia de San Andrés.
2. MURCIA, capital. Igl. de Jesús - Museo Salzillo.
3. MURCIA, capital. Portada de la Casa del Huerto de las Bombas, en los Jardines del Malecón.
4. MURCIA, capital. Torre de la Catedral.
5. MURCIA, capital. Fachada principal de la Catedral.
6. MURCIA, capital. Capilla del Junterón de la Catedral.
7. MURCIA, capital. Detalle de la Puerta del Perdón de la Catedral.
8. MURCIA, capital. Palacio Episcopal.
9. MURCIA, capital. Puerta de los Apóstoles de la Catedral.
10. MURCIA, capital. Exterior de la Cap. del Junterón de la Catedral.
11. MURCIA, capital. Exterior del ábside poligonal de la Catedral.
12. MURCIA, capital.
13. MURCIA, capital. Portada principal de la igl. de Sto. Domingo.
14. MURCIA, capital. Otra imagen de la fachada de la igl. de Sto. Domingo.
15. MURCIA, capital. Capilla del Rosario.
16. MURCIA, capital. Portada de la igl. de la Merced.
17. MURCIA, capital. Fachada del cvto. de Sta. Ana.
18. MURCIA, capital. Escudo dominico de la igl. de Sto. Domingo.
19. MURCIA, capital. Portada de la igl. de San Esteban.
20. MURCIA, capital. Exterior de la igl. de San Nicolás.
MURCIA** (I), capital de la provincia y de la comunidad: 6 de julio de 2007.
Murcia es una ciudad viva, a la que la presencia de los numerosos estudiantes de su Universidad dota de un ambiente en el que las más modernas tendencias de vida coexisten con el pasado que refleja su arquitectura.
De entre el rico legado artístico que ofrece la ciudad de Murcia, destaca un monumento: la catedral**. Es este maravilloso templo una visita ineludible por poco que sea el tiempo de que disponga el visitante. Sobre la catedral se han escrito páginas y páginas, existen multitud de publicaciones monográficas dedicadas a ello e infinitas descripciones, pero sin duda, ninguna de ellas es capaz de impresionar tanto como su visita real. Fue el 22 de enero de 1394 cuando el obispo don Fernando de la Pedrosa colocó la primera piedra de este templo, pero no sería hasta mediados del siglo XV cuando se comenzase a utilizar como lugar de culto.
La estructura general de la iglesia consta de tres naves con un ábside de siete lados y un crucero poco marcado, lo que deja patente su clásico estilo levantino.
La fachada principal, que la podemos observar desde la plaza del Cardenal Belluga, recuerda a un retablo en el que las tres calles que lo componen se articulan con columnas corintias. Por encima del segundo cuerpo aparece un ático en el que es visible el emblema del cabildo y sobre el que estuvo colocada una gran escultura de Santiago Matamoros, que fue retirada en 1803 por el peligro que suponía su posible derrumbe.
En el centro del primer cuerpo de la fachada catedralicias se abre la puerta del Perdón, la más importante, sobre la que puede verse una bella imagen escultórica de Jaime Bat que representa a la Virgen María rodeada de ángeles. En cada una de las calles laterales de este mismo cuerpo hay una imagen: San Juan Bautista, a la izquierda, y San José, a la derecha. Un adosamiento menor a cada lado de la fachada completa este primer cuerpo.
Del segundo cuerpo, en el que sólo está completa la calle central, destaca un gran ventanal enrejado y sobre él, la Cruz de Caravaca. Por encima, el retablo forma una media bóveda que da una extraordinaria sensación de profundidad a uno de los conjuntos más bellos del barroco español del siglo XVIII.
En los laterales del templo, y siempre desde el exterior, se puede contemplar, en el izquierdo, al norte y entre el claustro y la torre, la puerta de las Cadenas, fechada tradicionalmente entre 1514 y 1515, y en el derecho, la puerta de los Apóstoles.
El interior de la catedral, extraordinariamente solemne, se reparte en 30 espacios, entre los que, además de las 19 capillas, son notables el coro, la sacristía, el claustro y el presbiterio.
El coro está situado, como es norma en las catedrales españolas, en el centro de la nave principal y destaca en él su sillería.
La sacristía, a la izquierda del altar mayor, tiene su entrada por una bellísima portada plateresca presidida por una imagen de la Fe. En su interior destaca la talla en madera que la recubre.
El primitivo claustro, situado a la izquierda de la portada principal, está ahora ocupado por el Museo Catedralicio*, de cuyos tesoros forma parte una espectacular custodia procesional de orfebrería barroca toledana, así como el sarcófago romano conocido por "el de las musas", un extraordinario San Jerónimo Penitente de Salzillo o el retablo de Bernabé de Módena, del siglo XIV.
De las 19 capillas referidas anteriormente y que flanquean el interior del templo, son la del Junterón, a la derecha del coro, y la de los Vélez, tras la girola, las más importantes tanto por su tamaño como por su ornamentación interna. El presbiterio, con su bello retablo mayor y la verja de Antón de Biveros que lo cierra por su parte principal, compone un interesantísimo espacio en el que que, en el lado del Evangelio, puede contemplarse una urna en la que yacen las entrañas del rey Alfonso X el Sabio.
En la plaza del Cardenal Belluga se encuentra también el Palacio Episcopal, obra del siglo XVIII en la que resaltan su fachada rococó y su patio churrigueresco. Esta plaza será el punto de partida de un recorrido a través de los más destacables monumentos religiosos y civiles de la capital.
A la izquierda de la catedral y frente a la puerta de las Cadenas nace la calle Trapería. En ella se puede ver la fachada principal del casino de Murcia, de estilo ecléctico y obra de Pedro Cerdán Martínez. Más adelante, y siempre por la misma calle, está la iglesia de Santo Domingo, del siglo XVII, en la plaza del mismo nombre. Un desvío por la calle de la Merced permite echar un vistazo a la sede de la Universidad y la barroca iglesia de la Merced*. El templo, construido en el siglo XVI y reformado en el XVIII, posee una espléndida portada churrigueresca.
Justo en el lado opuesto del edificio universitario se encuentra la sección de Bellas Artes del Museo de Murcia. En sus plantas se pueden contemplar casi un millar de obras pictóricas así como diferentes colecciones de dibujos, grabados y otras de las llamadas artes menores. La primera planta está dedicada a los siglos XV, XVI y XVII, y entre sus obras destaca un San Jerónimo de José de Ribera. En la segunda planta, en la que se tratan los siglos XVIII y XIX, se pueden contemplar obras como Los membrillos, de Luis Méndez o La dama del quitasol, de Ginés de Aguirre, además de muchas otras firmadas por excelentes pintores murcianos del siglo XIX (Tegeo, Sobejano, Valdivieso).
Continuando por la plaza de Santo Domingo por la calle Trapería se alcanza la Gran Vía de Alfonso X el Sabio, en cuyo inicio encontramos la iglesia-convento de Santa Ana, la tercera iglesia (barroca) desde la fundación del convento en el 1490. Más adelante, en la misma avenida, se encuentra la sección de Arqueología del Museo de Murcia.
En sus dos plantas se exhiben materiales que abarcan desde la prehistoria hasta la actualidad. Sobresalen los bronces argáricos, la pieza ibérica conocida como el vaso de las cabras, así como materiales romanos, islámicos y medievales. Digna de mención es también la colección de vidrio de Castril de la Peña, siglos XVII y XVIII, y la de lozas cartageneras del siglo XIX. Frente al convento de Santa Ana antes citado, y al otro lado de la Gran Vía, se encuentra la iglesia-convento de Santa Clara, también de estilo barroco.
Desde la plaza de Julián Romea, a la que da la fachada del teatro Romea, la calle de Fernández Adavín desemboca en la Gran Vía del Escultor Salzillo, una de las principales -o la principal- arteria de la ciudad.
Ya en ella, por las calles Marcos Redondo y Lorenzo Pausa se llega hasta los jardines de San Esteban, en los que está la iglesia-colegio de San Esteban*. Fundado en 1555, fue el primer colegio de la Compañía de Jesús en España. La importancia lo ha llevado a ser declarado monumento histórico nacional.
A su lado se halla la iglesia de San Miguel, del siglo XVIII. Cerca de allí está la Plaza Mayor y la de San Nicolás, con la iglesia parroquial de San Nicolás, de estilo barroco.
Por la calle Aliaga y la de Bendamé se llega a la de Sagasta. Por ella el recorrido prosigue hacia el río, pero antes, por la calle de San Ginés y la de García Alix se llega a la plaza de San Agustín, lugar en el que se encuentra el Museo Salzillo, donde se muestran bellas tallas del insigne escultor. También cuenta el museo con un extraordinario belén de más de 500 figuras, pertenecientes a la antigua colección Riquelme.
En la calle del Pilar se encuentran restos del poblamiento árabe de Murcia y partes de la muralla se pueden ver en la capilla del Pilar, antes de llegar a la iglesia de San Pedro, de los siglos XVII y XVIII, y la iglesia de Santa Catalina del XVII. En la misma plaza de Santa Catalina está la Casa Palarea y en ella el Museo Ramón Gaya. En él se pueden contemplar las obras pictóricas del artista del mismo nombre, así como de compañeros suyos de juventud.
En dirección al río se alcanza la plaza de Martínez Tornet, desde donde parte el Puente Viejo. Justo al otro lado del Segura, en la calle de los Molinos, está el Museo Hidráulico.
Desde la misma plaza de Martínez Tornel, pero sin cruzar el río, se alcanza el plano de San Francisco, en cuyo entorno destaca el palacio de San Francisco y el palacio Almudí, ahora Sala de Exposiciones.
A su lado, en la calle de las Verónicas, se encuentra el convento-iglesia de las Verónicas, cuyas obras terminaron en 1755 y que posteriormente fue abandonado por la comunidad religiosa. No conviene olvidar, pese a todo, que Murcia es una ciudad pujante, sede del gobierno autonómico y, en consecuencia, una ciudad en crecimiento. Fuera ya de la típica zona monumental, anchas avenidas, como la de la Libertad o la de la Constitución, comunican zonas verdes y jardines, a la vez que centros comerciales.
La estructura general de la iglesia consta de tres naves con un ábside de siete lados y un crucero poco marcado, lo que deja patente su clásico estilo levantino.
La fachada principal, que la podemos observar desde la plaza del Cardenal Belluga, recuerda a un retablo en el que las tres calles que lo componen se articulan con columnas corintias. Por encima del segundo cuerpo aparece un ático en el que es visible el emblema del cabildo y sobre el que estuvo colocada una gran escultura de Santiago Matamoros, que fue retirada en 1803 por el peligro que suponía su posible derrumbe.
En el centro del primer cuerpo de la fachada catedralicias se abre la puerta del Perdón, la más importante, sobre la que puede verse una bella imagen escultórica de Jaime Bat que representa a la Virgen María rodeada de ángeles. En cada una de las calles laterales de este mismo cuerpo hay una imagen: San Juan Bautista, a la izquierda, y San José, a la derecha. Un adosamiento menor a cada lado de la fachada completa este primer cuerpo.
Del segundo cuerpo, en el que sólo está completa la calle central, destaca un gran ventanal enrejado y sobre él, la Cruz de Caravaca. Por encima, el retablo forma una media bóveda que da una extraordinaria sensación de profundidad a uno de los conjuntos más bellos del barroco español del siglo XVIII.
En los laterales del templo, y siempre desde el exterior, se puede contemplar, en el izquierdo, al norte y entre el claustro y la torre, la puerta de las Cadenas, fechada tradicionalmente entre 1514 y 1515, y en el derecho, la puerta de los Apóstoles.
El interior de la catedral, extraordinariamente solemne, se reparte en 30 espacios, entre los que, además de las 19 capillas, son notables el coro, la sacristía, el claustro y el presbiterio.
El coro está situado, como es norma en las catedrales españolas, en el centro de la nave principal y destaca en él su sillería.
La sacristía, a la izquierda del altar mayor, tiene su entrada por una bellísima portada plateresca presidida por una imagen de la Fe. En su interior destaca la talla en madera que la recubre.
El primitivo claustro, situado a la izquierda de la portada principal, está ahora ocupado por el Museo Catedralicio*, de cuyos tesoros forma parte una espectacular custodia procesional de orfebrería barroca toledana, así como el sarcófago romano conocido por "el de las musas", un extraordinario San Jerónimo Penitente de Salzillo o el retablo de Bernabé de Módena, del siglo XIV.
De las 19 capillas referidas anteriormente y que flanquean el interior del templo, son la del Junterón, a la derecha del coro, y la de los Vélez, tras la girola, las más importantes tanto por su tamaño como por su ornamentación interna. El presbiterio, con su bello retablo mayor y la verja de Antón de Biveros que lo cierra por su parte principal, compone un interesantísimo espacio en el que que, en el lado del Evangelio, puede contemplarse una urna en la que yacen las entrañas del rey Alfonso X el Sabio.
En la plaza del Cardenal Belluga se encuentra también el Palacio Episcopal, obra del siglo XVIII en la que resaltan su fachada rococó y su patio churrigueresco. Esta plaza será el punto de partida de un recorrido a través de los más destacables monumentos religiosos y civiles de la capital.
A la izquierda de la catedral y frente a la puerta de las Cadenas nace la calle Trapería. En ella se puede ver la fachada principal del casino de Murcia, de estilo ecléctico y obra de Pedro Cerdán Martínez. Más adelante, y siempre por la misma calle, está la iglesia de Santo Domingo, del siglo XVII, en la plaza del mismo nombre. Un desvío por la calle de la Merced permite echar un vistazo a la sede de la Universidad y la barroca iglesia de la Merced*. El templo, construido en el siglo XVI y reformado en el XVIII, posee una espléndida portada churrigueresca.
Justo en el lado opuesto del edificio universitario se encuentra la sección de Bellas Artes del Museo de Murcia. En sus plantas se pueden contemplar casi un millar de obras pictóricas así como diferentes colecciones de dibujos, grabados y otras de las llamadas artes menores. La primera planta está dedicada a los siglos XV, XVI y XVII, y entre sus obras destaca un San Jerónimo de José de Ribera. En la segunda planta, en la que se tratan los siglos XVIII y XIX, se pueden contemplar obras como Los membrillos, de Luis Méndez o La dama del quitasol, de Ginés de Aguirre, además de muchas otras firmadas por excelentes pintores murcianos del siglo XIX (Tegeo, Sobejano, Valdivieso).
Continuando por la plaza de Santo Domingo por la calle Trapería se alcanza la Gran Vía de Alfonso X el Sabio, en cuyo inicio encontramos la iglesia-convento de Santa Ana, la tercera iglesia (barroca) desde la fundación del convento en el 1490. Más adelante, en la misma avenida, se encuentra la sección de Arqueología del Museo de Murcia.
En sus dos plantas se exhiben materiales que abarcan desde la prehistoria hasta la actualidad. Sobresalen los bronces argáricos, la pieza ibérica conocida como el vaso de las cabras, así como materiales romanos, islámicos y medievales. Digna de mención es también la colección de vidrio de Castril de la Peña, siglos XVII y XVIII, y la de lozas cartageneras del siglo XIX. Frente al convento de Santa Ana antes citado, y al otro lado de la Gran Vía, se encuentra la iglesia-convento de Santa Clara, también de estilo barroco.
Desde la plaza de Julián Romea, a la que da la fachada del teatro Romea, la calle de Fernández Adavín desemboca en la Gran Vía del Escultor Salzillo, una de las principales -o la principal- arteria de la ciudad.
Ya en ella, por las calles Marcos Redondo y Lorenzo Pausa se llega hasta los jardines de San Esteban, en los que está la iglesia-colegio de San Esteban*. Fundado en 1555, fue el primer colegio de la Compañía de Jesús en España. La importancia lo ha llevado a ser declarado monumento histórico nacional.
A su lado se halla la iglesia de San Miguel, del siglo XVIII. Cerca de allí está la Plaza Mayor y la de San Nicolás, con la iglesia parroquial de San Nicolás, de estilo barroco.
Por la calle Aliaga y la de Bendamé se llega a la de Sagasta. Por ella el recorrido prosigue hacia el río, pero antes, por la calle de San Ginés y la de García Alix se llega a la plaza de San Agustín, lugar en el que se encuentra el Museo Salzillo, donde se muestran bellas tallas del insigne escultor. También cuenta el museo con un extraordinario belén de más de 500 figuras, pertenecientes a la antigua colección Riquelme.
En la calle del Pilar se encuentran restos del poblamiento árabe de Murcia y partes de la muralla se pueden ver en la capilla del Pilar, antes de llegar a la iglesia de San Pedro, de los siglos XVII y XVIII, y la iglesia de Santa Catalina del XVII. En la misma plaza de Santa Catalina está la Casa Palarea y en ella el Museo Ramón Gaya. En él se pueden contemplar las obras pictóricas del artista del mismo nombre, así como de compañeros suyos de juventud.
En dirección al río se alcanza la plaza de Martínez Tornet, desde donde parte el Puente Viejo. Justo al otro lado del Segura, en la calle de los Molinos, está el Museo Hidráulico.
Desde la misma plaza de Martínez Tornel, pero sin cruzar el río, se alcanza el plano de San Francisco, en cuyo entorno destaca el palacio de San Francisco y el palacio Almudí, ahora Sala de Exposiciones.
A su lado, en la calle de las Verónicas, se encuentra el convento-iglesia de las Verónicas, cuyas obras terminaron en 1755 y que posteriormente fue abandonado por la comunidad religiosa. No conviene olvidar, pese a todo, que Murcia es una ciudad pujante, sede del gobierno autonómico y, en consecuencia, una ciudad en crecimiento. Fuera ya de la típica zona monumental, anchas avenidas, como la de la Libertad o la de la Constitución, comunican zonas verdes y jardines, a la vez que centros comerciales.
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