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La continuación de Burguillos Viajero

domingo, 14 de marzo de 2010

50. BURGOS** (I), capital: 21 de julio de 2005.

1. BURGOS, Capital. Acceso al Monasterio de las Huelgas Reales.

2. BURGOS, Capital. Retablo Mayor de la Iglesia del Monasterio de las Huelgas Reales.

3. BURGOS, Capital. Sarcófago de Alfonso VIII y su esposa del Monasterio de las Huelgas Reales.

4. BURGOS, Capital. Trascoro de la Iglesia del Monasterio de las Huelgas Reales.

5. BURGOS, Capital. Sarcófago pétreo de la Iglesia del Monasterio de las Huelgas Reales.

6. BURGOS, Capital. Otro sarcófago de la Iglesia del Monasterio de las Huelgas Reales.

7. BURGOS, Capital. Retablo lateral del Monasterio de las Huelgas Reales.

8. BURGOS, Capital. Bóvedas del Claustro del Monasterio de las Huelgas Reales.

9. BURGOS, Capital. Sala Capitular del Monasterio de las Huelgas Reales.

10. BURGOS, Capital. Vista general del Claustro de San Fernando del Monasterio de las Huelgas Reales.

11. BURGOS, Capital. Capilla de la Asunción del Monasterio de las Huelgas Reales.

12. BURGOS, Capital. Detalle de un pilar del Claustro de San Fernando del Monasterio de las Huelgas Reales.

13. BURGOS, Capital. Imagen de San Cristóbal del Monasterio de las Huelgas Reales.

14. BURGOS, Capital. Puertas de madera de acceso al Coro del Monasterio de las Huelgas Reales.

15. BURGOS, Capital. Otro sarcófago pétreo del Monasterio de las Huelgas Reales.

16. BURGOS, Capital. Aspecto exterior del conjunto del Monasterio de las Huelgas Reales.

BURGOS** (I), capital de la provincia: 21 de julio de 2005.
   En la distancia, Burgos aparece como una catedral que tiene al lado una ciudad. Cruzado el Arlanzón, que la vertebra en torno a sus dos orillas, pronto empieza a advertirse que Burgos, aunque muy remozada, es una ciudad gótica cuyo esplendor, con ser considerable en el templo catedralicio, no se agota en él, sino que se prolonga por todo el casco antiguo y aún es preciso perseguirlo extramuros: al oeste, en Las Huelgas, y al este, en Miraflores. Es muy probable que para entonces el viajero haya sacado también la conclusión de que se encuentra en una urbe viva, orgullosa de su pasado y acogedora con el visitante.
   No muy lejos del barrio de la Vega, hacia el oeste, tras cruzar la elegante zona residencial de la Castellana, se encuentra el monasterio de Las Huelgas Reales**. Erigido a partir de 1187 a instancias de Leonor de Aquitania, esposa de Alfonso VIII, sobre una finca de recreo regio ("huelgas" quiere decir holganza), con palacete incluido, de la que tomó el nombre, el conjunto monumental se concibió como lugar de enterramiento de la realeza y retiro espiritual para muchachas de familias nobles. Fue puesta bajo la tutela de las monjas de la Orden de San Bernardo y dotado de amplias prerrogativas jurídicas y privilegios, que les llevaría a convertirse en un centro de gran influencia. Posee la tradicional disposición de los monasterios cistercienses (iglesia, claustro y dependencias monacales) y, desde el punto de vista estilístico, ejemplifica bien la transición del románico al gótico propiciada por los arquitectos y artistas que trabajaron para la orden.
   Se accede al recinto, separado del exterior por un muro almenado que envuelve edificios y huertos, a través de un pórtico gótico coronado por una torre cuadrada. La iglesia de tres naves y con cinco capillas en el ábside, es de un estilo gótico sobrio y acoge el panteón real. En la capilla* principal, que es la del coro, además del retablo barroco, la escena esculpida del Descendimiento sobre el baldaquino y unos hermosos tapices en los muros, se encuentra el doble sarcófago de piedra de Alfonso VIII y su esposa. Otros sepulcros de la familia real, en su mayoría góticos con influencias mudéjares, se disponen también en esta capilla y a lo largo de las naves. Es especialmente destacable (en la nave de la derecha) el sarcófago mural del primogénito del fundador, el infante don Fernando de la Cerda, con una magnífica decoración heráldica policromada en verde, rojo y oro. Una de las capillas del ábside está decorada con tapices flamencos. Por la nave de la izquierda, a través de una puerta mudéjar, se pasa al claustro de San Fernando, mandado construir por este rey y de estilo semejante al de la iglesia, si bien sus bóvedas están decoradas con afiligranadas y polícromas yeserías mudéjares. Pese a que la necesaria reforma realizada en el claustro en el siglo XVIII las afectó en exceso, aún pueden verse algunos fragmentos de interés.
   Cerca del claustro, en una estancia con yeserías, está el Museo de Ricas Telas*, cuyas vitrinas, además de vestidos y tejidos de artesanía árabe, muestran joyas y objetos de las tumbas del panteón, que fueron abiertas y reordenadas en 1942.
   Desde el claustro, una triple arcada abre el paso a la espaciosa sala capitular*, espléndido recinto gótico alzado sobre haces de columnas. Tiene también contenido museístico y, entre otras piezas, muestra el llamado Pendón de las Navas de Tolosa, rica tela almohade que no es sino un fragmento (tal vez la sobrepuerta) de la tienda del Miramamolín, el líder musulmán vencido en la batalla. Resta por visitar el claustro románico, llamado las "claustrillas", construido hacia el año 1200 mediante arcos de medio punto sustentados sobre dobles columnas, y dos singulares estancias mudéjares: la capilla de la Asunción, quizá perteneciente al primitivo palacio, y la capilla de Santiago, precedida de un arco de herradura sobre columnas califales de estilo cordobés. Preside esta última una imagen gótica del Apóstol, que presenta uno de sus brazos articulado y sujetando una espada: tenía el privilegio exclusivo de armar caballeros a los reyes.

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