18. BURGOS, Capital. Retablo Mayor de la Capilla de Santa Ana o de la Concepción de la Catedral.
19. BURGOS, Capital. Escalera dorada de la Catedral.
20. BURGOS, Capital. Retablo Mayor de la Catedral.
21. BURGOS, Capital. Cúpula del crucero de la Catedral.
22. BURGOS, Capital. Imagen de San Cristóbal que remata la reja del Coro de la Catedral.
23. BURGOS, Capital. Magdalena de la Capilla del Condestable de la Catedral.
24. BURGOS, Capital. Sepulcros del Condestable de Castilla y su esposa en su propia capilla de la Catedral.
25. BURGOS, Capital. Bóveda estrellada de la Capilla del Condestable de la Catedral.
26. BURGOS, Capital. Aspecto general del Claustro de la Catedral.
27. BURGOS, Capital. Vista del Claustro y Cimborrio de la Catedral.
28. BURGOS, Capital. Virgen con el Niño de Hans Memling del Museo de la Catedral.
29. BURGOS, Capital. Cristo atado a la columna de Diego de Siloé, del Museo de la Catedral.
30. BURGOS, Capital. Vista general de la fachada principal de la Catedral.
31. BURGOS, Capital. Bóvedas del Claustro de la Catedral.
32. BURGOS, Capital. Bóveda de una de las capillas contiguas al Claustro de la Catedral.
BURGOS** (II), capital de la provincia: 21 de julio de 2005.
La plaza de Santa María*, rincón de gran belleza dispuesto en torno a una graciosa fuente, es un observatorio idóneo para contemplar el soberbio exterior del templo catedralicio, que abre hacia ella su fachada principal.
La construcción de la Catedral** de Burgos, ejemplo cimero del estilo gótico, se inició en 1221 a instancias del rey Fernando III el Santo y el obispo Mauricio sobre un anterior templo románico. Las obras, en las que intervino el Maestro Enrique de la Catedral de León, comenzaron según el modelo de las grandes catedrales franco-normandas y avanzaron a buen ritmo, de modo que en 1260 ya se pudo consagrar el templo, si bien en los tres siglos siguientes se realizaron reformas o añadidos de decisiva importancia. Ello no impide que el conjunto, que estilísticamente va desde el gótico más puro de la construcción inicial (portada y naves) hasta el flamígero con marcadas influencias hispanoárabes (agujas de las torres, cimborrio y capilla del Condestable), posea una gran unidad y armonía, acaso un tanto recargada en ocasiones. Desentonan, no obstante, las portadas de la fachada principal, que fueron transformadas en 1790 de modo poco acertado, en marcado contraste con el cuerpo central que se alza sobre ellas, abierto por un espléndido rosetón y, más arriba, por elegantes ventanales calados dispuestos a modo de galería a la que asoman las efigies de ocho reyes castellanos. Remata una imagen de la Inmaculada en hermosa crestería con la leyenda Pulchra es et decora ("Eres hermosa y pura"), quién sabe si pensada también como gran rótulo definidor del conjunto. Magnífico es el vuelo de las torres* caladas (8 m. de altura, equivalente a la longitud del templo) que se elevan a ambos lados coronadas por esbeltísimas agujas de base octogonal y profusamente decoradas. Fueron construidas por Juan de Colonia a mediados del siglo XIV, por encargo del obispo Alonso de Cartagena, y siguen el modelo gótico renano. Gran interés tienen también las restantes portadas, que pueden contemplarse tras un amplio rodeo y tras salvar el pronunciado desnivel del espacio en que se levanta el templo, cuyo lado meridional oculta el claustro. Hacia la derecha, la puerta del Sarmental** (mediados del siglo XIII), precedida de una escalinata, corresponde al sur del crucero y está adornada con magníficas esculturas de gran pureza gótica, mientras que en el lado opuesto (calle Fernán González), se encuentra la puerta de la Coronería*, también de siglo XIII y decorada con una representación del Juicio Final. Posterior (1516) y de inferior calidad artística es la puerta de la Pellejería, situada en la cabecera y dispuesta a modo de retablo plateresco. Elemento también singular del exterior, además de la elegante sucesión de arbotantes y contrafuertes es el cimborrio* octogonal que sirve de linterna del crucero y muestra una abigarrada decoración escultórica tanto en los dos cuerpos con ventanales como en los afilados pináculos que lo coronan. Fue ejecutado, entre 1539 y 1568, por Francisco de Colonia y Juan de Vallejo, después de que se derrumbara uno anterior, y la obra estatuaria se debe a Juan Picardo.
El interior, de tres naves con crucero y girola, resulta sorprendente por su amplitud (84 x 59 m.) y magnificencia. Su contenido artístico es tan abundante que no podemos más que ofrecer algunos detalles. Robustas columnas, no carentes de esbeltez, elevan la nave central por encima de las laterales. Cerca de la entrada, unas curiosas figuras articuladas, el Papamoscas y su colega Martinillo, que forman parte de un reloj, atraen la mirada de los visitantes. En el centro del crucero, bajo la arabizante y luminosa cúpula* estrellada de prolija decoración plateresca, se encuentran, al nivel del suelo, las tumbas de Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, y su esposa Jimena. Una escalinata de mármol precede a la Capilla Mayor, cuyo retablo de nogal polícromo, obra renacentista de los hermanos Rodrigo y Martín de Haya y Juan de Anchieta, está decorado con numerosísimas estatuas en torno a la imagn de Santa María la Mayor. En el lado opuesto, el coro* se cierra con una excelente rejería y está provisto de espléndidos sitiales esculpidos por el artista borgoñón Felipe Vigarny (siglo XVI). En él, ante el pequeño facistol coronado por una delicada talla de la Virgen, se encuentra el sepulcro* gótico (1240), tallado en nogal y con figura yacente revestida de cobre repujado, del fundador del templo, el obispo Mauricio.
Estancia sobresaliente de la Catedral, y acaso la más visitada, es la capilla del Condestable**, obra singular en la que el gótico ya está muy próximo al estilo plateresco. Situada en la zona del ábside y precedida de una excelente reja de Cristóbal de Andino, es en sí misma un pequeño templo cuya silueta marca también el perfil exterior de la Catedral. Fuen construida de 1482 a 1494 por Simón de Colonia y entre los principales artista que trabajaron en su riquísima ornamentación se cuentan Felipe Vigarny y Diego de Siloé. Los muros están espléndidamente decorados con ventanales, balaustradas y arcos de labradas cresterías, bajo los cuales se muestran a gran tamaño los escudos nobiliarios de los fundadores: el condestable de Castilla don Pedro Fernández de Velasco y su esposa, doña Mencía de Mendoza. En el centro, bajo una bóveda en forma de estrella de ocho puntas, se alza el sepulcro de ambos con sus figuras yacentes esculpidas con gran detallismo en mármol de Carrara. La capilla posee también varios retablos y pinturas de interés, y en la anexa sacristía de la derecha se guardan obras de gran valor, entre ellas una Magdalena* de la escuela de Leonardo da Vinci. Además de los magníficos bajorrelieves de F. Vigarny (1498-1503) que están situados en la girola, tras el altar mayor, otra pieza notable de la Catedral, ya en el brazo izquierdo del crucero, es la llamada escalera dorada*, elegantemente trazada por Diego de Siloé en 1519 para salvar el desnivel de la puerta de la Coronería. Entre las numerosas capillas que se abren en las naves laterales y en la girola, además de la que acoge la imagen del Cristo de Burgos, recubierta de piel de animal y tenida por muy milagrosa (a los pies del templo, a la derecha), merecen destacarse, en el lado derecho, la capilla de la Presentación, con bóveda estrellada, sepulcro en alabastro de su fundador, Gonzalo de Lerma, y un cuadro de La Virgen con el Niño, de Sebastiano del Piombo, en el altar; y la capilla de la Visitación, con tumba en alabastro del prelado Alonso de Cartagena. En la nave de la izquierda, a los pies, se encuentra la capilla de Santa Tecla, añadida en el siglo XVIII según un proyecto de A. Churriguera, y, a continuación, la de Santa Ana o de la Concepción, presidida por un excelente retablo mayor* sobre la genealogía de Cristo. Por último, desde el brazo derecho del crucero, tras atravesar una hermosa puerta, se accede al claustro, construido en el siglo XIV y compuesto por dos pisos, de los cuales el más bajo tiene uno de sus flancos en el exterior convertido en travesía peatonal. En diversas estancias de la planta alta, algunas de ellas precedidas de magníficas portadas (capilla de Santa Catalina), se halla el Museo Catedralicio*, que expone una amplia colección de obras religiosas. No hay que dejar de ver el Cristo atado a la columna, esculpido por Diego de Siloé. Son asimismo numerosos los recuerdos relacionados con el Cid. La antigua sala capitular, integrada también en el museo, tiene en el techo un magnífico artesonado mudéjar (siglo XV) y muestra tapices flamencos del siglo XVI y pinturas, entre ellas una Virgen con el Niño* de Hans Memling (siglo XVI).
Enlace a la Entrada anterior de Burgos**:
50. BURGOS** (I), capital: 21 de julio de 2005.
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50. BURGOS** (I), capital: 21 de julio de 2005.
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