2. SORIA, Capital. Otros capiteles del Claustro del Monasterio de San Juan del Duero.
3. SORIA, Capital. Vista del Claustro del Monasterio de San Juan del Duero.
4. SORIA, Capital. Otra visión del Claustro del Monasterio de San Juan del Duero.
5. SORIA, Capital. Una vista más del Claustro del Monasterio de San Juan del Duero.
6. SORIA, Capital. Ángulo achaflanado del Claustro del Monasterio de San Juan del Duero.
7. SORIA, Capital. Vista del presbiterio desde los pies de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
8. SORIA, Capital. Capitel de esfinges aladas de uno de los templetes de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
9. SORIA, Capital. Capitel de la degollación del Bautista de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
10. SORIA, Capital. Capitel del Nacimiento de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
11. SORIA, Capital. Capitel del Ciclo de los Inocentes de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
12. SORIA, Capital. Cúpula cónica de uno de los templetes de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
13. SORIA, Capital. Capitel con decoración arquitectónica de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
14. SORIA, Capital. Capitel de animales fantásticos de la Iglesia del Monasterio de San Juan del Duero.
SORIA* (I), capital de provincia: 20 de julio de 2005.
El atractivo de la capital soriana se funda en una firme alianza entre la naturaleza y la cultura: la unión de los bien cantados parajes que el Duero dibuja en torno a la ciudad y el fulgor esculpido de la piedra románica de sus principales monumentos. Soria es un bello lugar creado por los avatares de una intensa historia medieval, ralentizada en siglos posteriores y desembocada, en nuestros días, en un apacible transcurrir. Pero, con mayor fuerza aún, la pequeña ciudad castellana se impone como espacio real inventado por el genio creador de poetas como Bécquer, Unamuno, Gerardo Diego y, sobre todo, de quien con mayor acierto supo verla y cantarla: Antonio Machado.
Con ser interesante el casco histórico de Soria, el otro lado del río, tras atravesar el puente de piedra recientemente consolidado, ofrece al viajero no sólo las más evocadoras imágenes paisajísticas, sino también un recinto monumental de visita imprescindible. Se trata de las ruinas del monasterio de San Juan del Duero*, fundado en el siglo XII por la orden de los monjes hospitalarios de San Juan de Acre. Las arquerías entrelazadas del claustro**, de trazado y desarrollo diferentes en cada uno de los lados, se alzan desnudas en medio del paisaje como un impresionante repertorio de maestría decorativa y sentido de la belleza. Constituye una obra cimera de la arquitectura románica mudéjar, con indudable influencia oriental. La iglesia anexa, de una una sola nave y ábside rectangular y con dos baldaquinos con originales cúpulas en su interior, acoge un pequeño museo.
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